Análisis:

La nueva 'guerra del pasivo'

No es de extrañar que en la economía española, que cuenta con una necesidad de financiación exterior en torno al 10% del PIB, la quiebra del mercado de hipotecas subprime americano, y el consecuente endurecimiento en las condiciones financieras, hayan tenido un impacto sobre el crecimiento económico de relevancia significativa. Resulta lógico, pues, que el Informe económico del presidente de Gobierno 2008 haya destacado la escasez de financiación como un factor problemático para el desarrollo de la actividad empresarial.

Con objeto de otorgar un mayor dinamismo a la invers...

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No es de extrañar que en la economía española, que cuenta con una necesidad de financiación exterior en torno al 10% del PIB, la quiebra del mercado de hipotecas subprime americano, y el consecuente endurecimiento en las condiciones financieras, hayan tenido un impacto sobre el crecimiento económico de relevancia significativa. Resulta lógico, pues, que el Informe económico del presidente de Gobierno 2008 haya destacado la escasez de financiación como un factor problemático para el desarrollo de la actividad empresarial.

Con objeto de otorgar un mayor dinamismo a la inversión crediticia, las entidades bancarias deberían conseguir captar niveles adicionales de liquidez, proveniente de fuentes externas y/o internas. Sin embargo, ésta no parece ser una tarea fácil ahora.

Por una parte, a partir del segundo trimestre del año pasado, dichas entidades encuentran dificultades para obtener financiación a través de los mercados externos. Ello se ha materializado en que las pocas emisiones colocadas han sido realizadas a costes elevados comparados con los observados antes de la crisis subprime. Por otra parte, dada la restricción externa, las entidades han recurrido con mayor ahínco a la financiación interna, generando una guerra de pasivo. Es así como, con la intención de captar mayores cuotas del ahorro de las familias, se han comenzado a ofrecer productos con mayor atractivo para el inversor, es decir, mayor retribución. Esto ha llevado a los depósitos a plazo a mostrar tasas de crecimiento muy superiores a las correspondientes a los depósitos a la vista, que incluso han retrocedido en términos absolutos.

En este contexto, en el cual la obtención de financiación se ha encarecido, si las entidades bancarias desearan mantener sus márgenes de ganancia, no tendrán otra opción que trasladar a los clientes de las nuevas operaciones crediticias esos mayores costes, lo que mermaría las posibilidades de crecimiento económico adicional que deberían generar unos niveles superiores de inversión crediticia.

No sólo es un problema de costes. La crisis supone también una mayor asunción de riesgo crediticio por parte de las entidades bancarias, del que deben cubrirse y tener muy en cuenta a la hora de conceder nuevos créditos y sus condiciones. -

Paula Inés Papp y Francisco José Valero son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Grupo Afi).

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