Análisis:EL ACENTO

El siglo de las luces (frías)

Adiós a las bombillas de toda la vida. A ese frágil aparatejo de cristal abombado con un filamento metálico que resplandece al paso de la corriente eléctrica y que inventó Thomas Edison hace más de un siglo. Nos aseguran, con razón, que son un derroche de energía y por tanto un pecado en época de ahorro y de atención máxima al cambio climático. Entramos en periodo de transformaciones. La situación lo exige, nos dicen. Ahora se nos ofrece la bombilla verde, esa especie de tubo fluorescente con gas con mayor eficiencia energética, que, al parecer, consume hasta un 80% menos que la tradici...

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Adiós a las bombillas de toda la vida. A ese frágil aparatejo de cristal abombado con un filamento metálico que resplandece al paso de la corriente eléctrica y que inventó Thomas Edison hace más de un siglo. Nos aseguran, con razón, que son un derroche de energía y por tanto un pecado en época de ahorro y de atención máxima al cambio climático. Entramos en periodo de transformaciones. La situación lo exige, nos dicen. Ahora se nos ofrece la bombilla verde, esa especie de tubo fluorescente con gas con mayor eficiencia energética, que, al parecer, consume hasta un 80% menos que la tradicional de Edison. La llaman lámpara de bajo consumo, pero también luz fría. Hay que ser paciente y comprensivo con ella. Y sobre todo no se deben perder los nervios al principio, porque uno piensa cuando la enciende que se ha topado con un ambiente triste y pobretón, de posguerra. Va de menos a más, como los motores diésel, pero al cabo de un rato emite luminosidad suficiente. En España se está comercializando poco a poco. Algún medio sensacionalista escribió que era tóxica, lo que, según los expertos, no tiene ningún fundamento. Es relativamente cara, pero con mayor duración que la tradicional.

La bombilla del inventor americano es con la que nuestros antepasados y nosotros aprendimos a vivir bajo su suave y cálida penumbra. Podíamos elegir y graduar la intensidad conforme a nuestras necesidades. Nunca nos sorprendía, era fiel, salvo, obviamente, cuando se fundía. Y por desgracia eso ocurría muchas veces. Pero era directa. Llegaron luego las halógenas, intensas, perfectas, aunque muy derrochadoras. Ahora, en cambio, nos obligan a decir adiós a la calidez y a entrar en otro periodo más frío, menos intenso, más en línea con lo que nos rodea, pero, por supuesto, mucho más rentable y ecológico. Y ya se sabe que por encima de todo debe primar la eficacia.

Australia fue pionera en la incorporación de las lámparas de bajo consumo a partir del año próximo. La UE, a instancias de Alemania, quiere también jubilar a la lámpara edisoniana. Y aquí, en España, el Congreso ha acordado prohibir en tres años la bombilla de filamento. Que sea para bien.

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