Reportaje:

Festejos vinkingos en Ares

50 familias noruegas viven en la villa mientras Navantia construye sus fragatas

Diez grados de temperatura separaban ayer la capital noruega, Oslo, de la villa costera de Ares, al sur de la ría de Ferrol. Salvando las distancias climáticas, este pequeño pueblo pesquero de poco más de cinco mil habitantes se transformó durante la tarde en una pequeña Noruega para homenajear a sus rubios e improvisados vecinos. Medio centenar de familias noruegas (militares e ingenieros de la marina nórdica) han elegido Ares para residir mientras los astilleros ferrolanos de Navantia construyen las cinco fragatas encargadas por el gobierno escandinavo al grupo naval español por más de mil m...

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Diez grados de temperatura separaban ayer la capital noruega, Oslo, de la villa costera de Ares, al sur de la ría de Ferrol. Salvando las distancias climáticas, este pequeño pueblo pesquero de poco más de cinco mil habitantes se transformó durante la tarde en una pequeña Noruega para homenajear a sus rubios e improvisados vecinos. Medio centenar de familias noruegas (militares e ingenieros de la marina nórdica) han elegido Ares para residir mientras los astilleros ferrolanos de Navantia construyen las cinco fragatas encargadas por el gobierno escandinavo al grupo naval español por más de mil millones de euros, uno de los mayores contratos suscritos nunca por la compañía con una Armada extranjera.

"Pues sabe a cordero", dice una pareja de Sada ante un plato de Reno
La colonia se concentra en chalés adosados a pocos metros de la playa

Trajes regionales y galones nórdicos se mezclaron ayer con largas colas de curiosos dispuestos a saborear el salmón fresco y la carne de reno que los cocineros de los buques repartían gratis entre las más de 350 personas que se acercaron hasta el parque Rosalía de Castro para participar en la fiesta de la comunidad noruega. "Pues sabe a cordero", explicaba sorprendida una pareja de Sada, delante de un plato de reno y multe, un cotizado fruto amarillo similar a la frambuesa que sólo crece en la alta montaña.

Lotte K. Tollefsen, agregada cultural de la Embajada de Noruega en Madrid, cuenta que la iniciativa deriva de los vínculos que las familias nórdicas están creando con los aresanos a través de sus hijos. "Casi todos tienen niños pequeños escolarizados aquí, juegan al fútbol, aprenden el idioma y van a fiestas de cumpleaños" explica Tollefsen, que justifica este intercambio gastronómico como una forma de celebrar la buena vecindad.

La elección de Ares como residencia responde, sobre todo, al estilo de vida de los nórdicos. "Es un lugar tranquilo, pequeño, al lado del mar" explica Eli Cathrin Hope, oficial noruega, "buscamos casas con jardín y poco tráfico, y lo encontramos aquí". Cuenta que los primeros mandos que desembarcaron en Galicia "descubrieron Ares" y fueron arrastrando a los demás,

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Hay 77 noruegos censados en la localidad, aunque desde el municipio precisan que es difícil cuantificarlos porque a menudo las estancias son cortas y se van relevando en función de los trabajos en la factoría naval. La colonia se concentra en varias decenas de chalés adosados a pocos metros de la playa. "Mantienen sus horarios y costumbres, pero están perfectamente integrados" explican desde el municipio. El ayuntamiento, en colaboración con la Xunta y la embajada programó una semana de actividades sobre las esencias noruegas que ayer tocó a su fin cerrando un ciclo de conferencias sobre cultura vinkinga, turismo en los fiordos y relaciones comerciales entre las dos naciones. Esto se completó con una exposición fotográfica y una muestra de dibujos infantiles sobre España, cuajados de sol y palmeras, llegados desde el colegio Foreide de Bergen, la ciudad de la que proceden la mayoría de los escandinavos.

"No es difícil adaptarse" explica una joven noruega, "aunque el ritmo de vida es muy diferente". La embajada calcula que hay cerca de 40.000 mil noruegos viviendo en España, desperdigados por el Levante peninsular, y algunos confiesan que apenas conocían Galicia, aunque casi todos saben situar Santiago.

"Hay una conexión cultural a través de la música folk, común a los pueblos atlánticos" asegura la agregada cultural. El Conselleiro de Presidencia, José Luis Méndez Romeu, clausuró la semana noruega junto al embajador en España, Per Lugvig Magnus, y al regidor, Julio Iglesias. El sonido de las gaitas de la banda aresana se fundía a última hora de la tarde con las voces del trío vocal Triodite, procedente de Oslo, y los acordes folk de Roncarela, acortando los miles de kilómetros que separan la costa gallega de Noruega.

Navantia espera cerrar el programa de las cinco fragatas F-310 a finales de 2009 con la entrega de la quinta unidad aún en construcción, Thor Heyerdahl. Mientras, decenas de noruegos recorren el paseo marítimo de Ares y ocupan, al sol, los bancos del parque. "Son afables y participativos, y aprenden castellano enseguida. Estamos encantados de que se queden aquí" resume la dueña de un céntrico bar. Los elogios son mutuos, y el hermanamiento entre Ferrol y Bergen ya está en marcha.

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