CARTA DEL CORRESPONSAL / PARÍS

El mal francés

Los empresarios franceses tienen el blues. La moral de este colectivo cayó en mayo cuatro puntos respecto al mes anterior. El Centro Nacional de Estadística (Insee) considera que la actividad económica podría seguir frenándose los próximos meses. La moral de los consumidores también alcanzó los niveles más bajos en varios años. Hace dos semanas los sindicatos volvieron a salir a la calle en protesta contra las reformas, incluso contra algunas reformas ya pactadas tras las durísimas huelgas en los transportes que el pasado otoño sumieron al país en el caos más absoluto.

Las quejas...

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Los empresarios franceses tienen el blues. La moral de este colectivo cayó en mayo cuatro puntos respecto al mes anterior. El Centro Nacional de Estadística (Insee) considera que la actividad económica podría seguir frenándose los próximos meses. La moral de los consumidores también alcanzó los niveles más bajos en varios años. Hace dos semanas los sindicatos volvieron a salir a la calle en protesta contra las reformas, incluso contra algunas reformas ya pactadas tras las durísimas huelgas en los transportes que el pasado otoño sumieron al país en el caos más absoluto.

Las quejas sobre la caída del poder adquisitivo son un permanente ruido de fondo, acrecentadas ahora por la subida del precio del carburante. Se diría que Francia atraviesa una grave recesión. Sin embargo, en el contexto de la crisis internacional, la economía francesa se las apaña para salir bastante airosa. El Gobierno ha podido anunciar que el crecimiento económico ha sido revisado al alza, concretamente por encima de la barra mágica del 2%. El paro se mantiene estable, después de un año en el que se redujo espectacularmente hasta el 7,5%.

Las quejas sobre la caída del poder adquisitivo son el ruido de fondo
Pese a todo, la economía francesa sale airosa de la crisis internacional
Junio estará lleno de protestas contra las reformas de Sarkozy

Pero esto no impide que los sindicatos anuncien cada día nuevas movilizaciones, muchas de ellas preventivas. En Francia, las movilizaciones para impedir que ni siquiera se plantee cualquier propuesta que afecte a los derechos adquiridos de no importa cual colectivo forman parte del meollo de la acción sindical. Con una tasa de afiliación en torno al 7%, las centrales están obligadas a actuar permanentemente para legitimarse y legitimar la financiación que reciben de fondos públicos. Sarkozy quiere reformar el modelo sindical, y esto explicaría parte de esta actividad permanente.

El episodio protagonizado por los taxistas es revelador en este sentido. No es ningún secreto que París tiene una oferta de taxis por habitante muy por debajo de la de cualquier gran ciudad europea. Pero bastó que Jacques Attali, en el informe que realizó por encargo del presidente planteando 300 medidas para modernizar el país, propugnara la liberalización del sector, sin que el Gobierno se pronunciara ni a favor ni en contra, para que los taxistas de toda Francia paralizaran durante varios días los accesos a las grandes ciudades. El Elíseo, humillado, tuvo que prometer que no seguiría los consejos del pérfido Attali.

Attali, que fuera asesor personal del presidente socialista François Mitterrand, ha pasado a ocupar en el imaginario popular francés el lugar que hace tres años tuvo el famoso comisario europeo Frits Bolkestein, cuando su directiva para la liberalización de los servicios le convirtió en el espantajo con el que los franceses votaron contra el Tratado Constitucional Europeo.

La primera mitad de este mes de junio que comienza está llena de convocatorias sindicales contra todas y cada una de las reformas que pretende llevar a cabo el Gobierno de Nicolas Sarkozy, pretextando que fue elegido con este mandato. Un argumento que nadie discute. Ni siquiera las centrales sindicales. Pero que no lo discutan no significa que acepten que siga adelante, y menos ahora que perciben la debilidad del poder que se alberga en el palacio del Elíseo. -

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