Extrarradios de marcha y alcohol para el fin de semana

El ocio juvenil se concentra en lugares conflictivos y alejados del centro

El Hyundai Coupé blanco de Sebastián sirve como barra de bar improvisada para que este alcorconero de 22 años y sus colegas coloquen los vasos de plástico con whisky y Coca-Cola. Pasadas las dos de la mañana, el grupo baila sin mucho empeño al ritmo de la música imposible que sale de los altavoces del vehículo.

De vez en cuando dicen algo sobre lo que pasó en la madrugada del sábado 24 de mayo a muy pocos metros del lugar donde ellos matan sus cubatas. Un joven llamado Bruno Sánchez, de 19 años, murió degollado tras una pelea en un pub de La Cubierta de Leganés, una de las...

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El Hyundai Coupé blanco de Sebastián sirve como barra de bar improvisada para que este alcorconero de 22 años y sus colegas coloquen los vasos de plástico con whisky y Coca-Cola. Pasadas las dos de la mañana, el grupo baila sin mucho empeño al ritmo de la música imposible que sale de los altavoces del vehículo.

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De vez en cuando dicen algo sobre lo que pasó en la madrugada del sábado 24 de mayo a muy pocos metros del lugar donde ellos matan sus cubatas. Un joven llamado Bruno Sánchez, de 19 años, murió degollado tras una pelea en un pub de La Cubierta de Leganés, una de las zonas de copas más conflictivas de la región, que alberga una veintena de bares en los bajos de la plaza de toros. Los comentarios del grupo no dan para mucho. Cuando alguno consigue soltar alguna frase con sentido, ésta se limita a señalar que hay mucho tío con la navaja muy suelta y que tampoco es para tanto, que lo de la semana pasada ocurrió en La Cubierta pero podría haber pasado en cualquier otro lugar de copas de Madrid: "La gente que no sabe beber se pone muy violenta".

El asunto da para análisis más ambiciosos, aunque no mucho más concluyentes. La idea más repetida por sociólogos, ayuntamientos y policías es que esa idea noventera de concentrar el ocio juvenil en zonas alejadas de las ciudades ha conseguido -con algunas excepciones- eliminar el problema de las molestias de los vecinos, pero no acabar con los conflictos que surgen de la coctelera jóvenes-marginalidad-alcohol-drogas.

En aquellos años surgieron en la Comunidad los puntos de ocio que han dado más problemas: la calle de Uruguay en Coslada, Costa Polvoranca (Alcorcón), La Cubierta (Leganés) y el Puente de los Americanos (Torrejón).

Emilio Martínez, autor del libro Urbanismo y juventud, señala el atractivo que tiene para los jóvenes este tipo de espacios de ocio nocturno: "La marcha, la relación entre el joven y la noche -esa última frontera que ellos exploran con ansia-, es el fundamento de su apropiación de la ciudad, la manera de dominar una ciudad que les es vedada durante el día, la manera de exorcizar el temor de quedar definitivamente fuera del juego social".

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La mayoría de esos jóvenes decidieron ayer pasar de La Cubierta. El dispositivo policial montado para vigilar la zona y la lluvia no invitaban precisamente a pasar una noche de marcha.El trabajo de los agentes se limitó a mostrar su presencia, una forma de decir a los dueños de los bares de copas que estarán atentos a los horarios de cierre, después de que el suceso del sábado comenzase en un pub que no tenía licencia para estar abierto a la hora en que se produjo el apuñalamiento. La noche terminó con un pub denunciado por rebasar la hora de las 3.30 y otro por exceso de aforo, según fuentes municipales.

Y poco más. "La policía está para eso", resumió ayer el portero de una discoteca latina. "Aunque normalmente no suelen venir por aquí. Sí hay seguridad privada. Ellos son los que hacen el trabajo de echar a los que ponen problemas". El portero suelta su retahíla mientras pasa un detector de metales por el cuerpo de los clientes: "A veces encontramos navajas. Si las detectamos no entran".

Para los vecinos de la zona, las medidas policiales son solamente un "pequeño parche que no solventará de raíz el problema", según declaró recientemente el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Leganés, Juan Antonio Sánchez. Los leganenses creen que la solución pasa por mantener a la policía en la zona permanentemente. "Si estuvieran aquí más tiempo la cosa se arreglaría, pero sólo vienen cuando sucede algo. Luego pasan unos meses y ya estamos otra vez igual: las peleas, los borrachos, lo de siempre".

Para otros, la única forma de hacerlo es integrar el ocio en las ciudades y procurar que éste no se restrinja sólo al consumo de alcohol.

¿El mensaje que lanzaron los ayuntamientos en los 90 fue erróneo? "Se les vino a decir que podían seguir bebiendo cuanto quisieran siempre que lo hicieran lejos de la población. Se arregló el problema del ruido, pero no el del ocio ligado al consumo de alcohol", señala el sociólogo Domingo Comas. Este experto explica además que a estos lugares de concentración de bares acude "gente más complicada, más marginal, con problemas de desempleo".

Otro sociólogo, Lorenzo Navarrete, añade el concepto de "lugar identitario": "Es lo que se conoce como el síndrome Woodstock, la necesidad de apropiarse de un lugar. Normalmente hay una pugna entre varios colectivos por controlar ese lugar".

No está muy claro quién controla La Cubierta, aunque los grupos sí están más o menos definidos. "Venimos aquí porque tenemos sitio, no molestamos a nadie y hay bares para todo el mundo: para los latinos, los africanos, los rumanos, los gitanos, para los que les gusta el rock, o la música disco. ¿A dónde íbamos a ir si no?", se pregunta una joven en los alrededores de la plaza de toros. Su perfil encaja con el descrito por los sociólogos. Tiene 25 años y está en paro. No acabó el Bachillerato. Su única ilusión es casarse y tener una familia, tener dinero para un coche y salir de casa de sus padres. Poca cosa más. "No, de Leganés no me iría nunca, porque mi familia está aquí. Me costaría mucho trabajo salir fuera a buscar trabajo. Estaría muy sola", comenta.

Sus padres se han quedado con el miedo en el cuerpo porque saben que está con sus amigos en La Cubierta. "Mi madre estará despierta cuando regrese. No le gusta que esté por aquí, porque teme que me echen algo en la copa o que me pase algo. Se preocupa mucho y después de lo del otro día...". Ella, al menos, les ha dicho adónde iba. Su compañero no es tan comunicativo: "No tengo que avisar de dónde estoy o a qué hora voy a llegar. Soy independiente y ellos están tranquilos. Saben que yo no me meto en líos".

Varios jóvenes, a la puerta del local de Leganés donde el 24 de mayo empezó la pelea que acabó con la muerte de Bruno Sánchez. / josé ramón aguirre Control nocturno de la policía local en una calle de Leganés.J. R. A.

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