Columna

¿Traiciona usted a su pareja?

Cuando alguien, como oí el miércoles pasado, pregunta en la puerta del teatro Guindalera, de la calle Martínez Izquierdo, 40, "¿Traiciona usted a su pareja?", una forma inútil de escabullirse es contestar: yo no tengo pareja. Y eso nunca es verdad. Aunque uno viva solo tiene bien incrustado en alguna zona de su cerebro su amable doctor Jekyll y su criminal Mr. Hyde. Y también en este caso un doctor más un Mr. suman, como mínimo, tres ciudadanos.

Con los tres ciudadanos stevensonianos que todos llevamos en el cerebro ocurre como con los hijos: nadie tiene un hijo o una hija únic...

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Cuando alguien, como oí el miércoles pasado, pregunta en la puerta del teatro Guindalera, de la calle Martínez Izquierdo, 40, "¿Traiciona usted a su pareja?", una forma inútil de escabullirse es contestar: yo no tengo pareja. Y eso nunca es verdad. Aunque uno viva solo tiene bien incrustado en alguna zona de su cerebro su amable doctor Jekyll y su criminal Mr. Hyde. Y también en este caso un doctor más un Mr. suman, como mínimo, tres ciudadanos.

Con los tres ciudadanos stevensonianos que todos llevamos en el cerebro ocurre como con los hijos: nadie tiene un hijo o una hija única. Tener un hijo a efectos de ocupación doméstica -y, por supuesto, de alegría y placer- siempre equivale a tener dos o tres criaturas en casa. Leí, hace una semana, en la estación Goya del metro un panel que lleva, en el logo del Ayuntamiento de Madrid, la firma tácita de la concejal del Área de Las Artes, Alicia Moreno, y sentí que aquel texto del panel me llevaría pronto a Epidauro. El texto dice: "Si estás hecho un ladrillo... échale teatro. 100% vivo. Tienes más de 60 teatros en Madrid". Como el viaje a Epidauro es más un sueño que una realidad inminente, como anticipo del futuro viaje, asistiré, entre el 21 y el 28 de mayo, en el Cine Doré, de Santa Isabel, 3, a la exhibición de seis películas griegas que ha organizado la Embajada de Grecia.

Un varón, antes de expresar la ternura, está dispuesto a darse un tajo en el escroto

Asistí pues a la espléndida representación de Traición, de Harold Pinter, en el teatro Guindalera que, haciendo honor a su nombre, al final de la representación invita a los asistentes a una copita de licor de guinda. Pinter estrenó Traición en 1978. La obra cuenta una historia de adulterio. Pero Pinter la cuenta empezando por el final, fechado en 1977. Y remontándose, año a año, hasta sus orígenes, nos conduce al nacimiento de unos amores que Pinter fija en 1968, un año realmente mítico.

En Traición, Emma y Jerry se aman y, como ocurre en tantos miles de parejas, se traicionan y extienden su traición a ese amigo íntimo que también termina chapoteando en la degradación. Como ocurre con el buen arte, la obra nos embarca en un viaje a nuestra memoria donde vemos reflejada la historia a cuyo desarrollo asistimos. Traición nos puede conducir a recordar nuestras miserables traiciones de la más variada estirpe. Por fortuna, estamos todavía celebrando las fiestas de San Isidro y, por tanto, no procede asomarnos a esa ciénaga donde van buscando el alivio de una tumba nuestras mentiras más vergonzosas.

Traición, dirigida por Juan Pastor, cuenta con un excelente reparto: María Pastor (Emma), Raúl Fernández (Jerry), Álex Tormo (Robert) y Andrés Rus (Camarero). La excelente traducción es de Álvaro del Amo. En alguna ocasión, los actores dicen antaño -una voz hoy ya arcaica- en lugar del quizá más adecuado en tiempos. El antaño de la función me llevó a recordar el célebre verso de François Villon: "Pero, ¿dónde están las nieves de antaño?", que aquí sí traduce correctamente el original: "Mais ¿où sont les neiges d'antan?".

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Y este antaño retrospectivo me llevó también a recordar la reciente y magnífica presentación del libro Mujeres encontradas (Ediciones Sins Entido), de Fernando Beltrán, en la Delegación del Gobierno del Principado de Asturias, un espléndido edificio situado en una esquina de la glorieta de San Bernardo, según el habla popular, o de la glorieta de Ruiz Jiménez, si uno trata de localizar esta glorieta en una guía. Las memorables intervenciones de Miguel Munárriz, delegado del Gobierno asturiano en Madrid, de Luis Eduardo Aute, de Concha Hernández, de Luis Alberto de Cuenca y de Fernando Beltrán, que es un auténtico genio de la oratoria, lograron que el acto fuera especialmente cálido. La lectura de fragmentos de Mujeres encontradas que hizo Pastora Vega animó todavía más un acto que disfrutó el público en una sala abarrotada.

En su intervención, Fernando Beltrán mencionó a sus seis hermanas presentes en la sala. Y aunque los estructuralistas eran alérgicos a relacionar la obra del artista con su biografía, este dato revelado de Fernando Beltrán de que es hermano de seis hermanas explica, quizá, la facilidad que tiene para la expresión de los sentimientos. Como es sabido, un varón -y, sobre todo, un varón romano, esa gente de cincuenta años para arriba-, antes que expresar públicamente la ternura está dispuesto a darse un tajo en el escroto con una navaja comprada en el Rastro. En este terreno, Fernando Beltrán, bienaventurado hermano de seis hermanas, hace añicos este nefasto estereotipo viril y expresa en público, con facilidad, sus sentimientos.

Tras el acto se inauguró una espléndida exposición de 42 esculturas de Fernando Beltrán, que, en la Delegación del Principado de Asturias, sigue abierta al público hasta el 8 de junio. Como dice Rouco, hija, hijo, sé infiel y no mires con quién.

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