Reportaje:

Drácula se instala en Valdeorras

El Ayuntamiento de Vilamartín se hermanará con Ciugud, una localidad de la que sólo sabe que tiene viñedos y cabras y que está en la región de Transilvania

"Los rumanitos ya pasaron por aquí", informa, divertida, la recepcionista del consistorio. Más allá, en un ropero de la Alcaldía, dentro de una caja como las de las tartas de Mondoñedo, quedaron depositados en la fecha de la visita un protocolo de hermanamiento con un pueblo del que no se sabe nada y un retrato de Vlad Tepes, que no es apellido, sino alias: El Empalador. Una talla de madera que no deja bien parado al conde Drácula, con tirabuzones, gran quijada, ojos saltones y un generoso bigote capaz de disimular cualquier prominencia dental. No da confianza, esa cara, y quizás el alc...

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"Los rumanitos ya pasaron por aquí", informa, divertida, la recepcionista del consistorio. Más allá, en un ropero de la Alcaldía, dentro de una caja como las de las tartas de Mondoñedo, quedaron depositados en la fecha de la visita un protocolo de hermanamiento con un pueblo del que no se sabe nada y un retrato de Vlad Tepes, que no es apellido, sino alias: El Empalador. Una talla de madera que no deja bien parado al conde Drácula, con tirabuzones, gran quijada, ojos saltones y un generoso bigote capaz de disimular cualquier prominencia dental. No da confianza, esa cara, y quizás el alcalde no se anime jamás a sacarla del armario.

La efigie del príncipe de Valaquia fue el regalo con el que los representantes de la comuna de Ciugud, en la provincia de Alba, región de Transilvania, agasajaron al Ayuntamiento de Vilamartín el día que los alcaldes de ambos municipios, Manuel Candal y el transilvano Gheorghe Damian, firmaron el protocolo bilingüe (en castellano y rumano) por el que se proponían intercambiar delegaciones. El fin era conocerse e inaugurar un próspero intercambio económico, cultural y deportivo, aunque esto último va a estar difícil, porque en Ciugud, lo que gusta es el fútbol fútbol y en Vilamartín, el fútbol sala. El equipo estrella del pueblo transilvano es el Inter Ciugud, mientras que el que da las alegrías a los vilamartineses cada fin de semana en la Liga Autonómica es el Pereira Vilamartín F.S.

Varios concejales ni se enteraron del nombre de la localidad
No habrá derbis, porque lo que pega en Vilamartín es el fútbol sala
La comitiva rumana regaló al ayuntamiento una talla de Vlad Tepes

No obstante, si se cumple lo acordado, en poco tiempo empezarán a celebrarse ferias de productos de Vilamartín en Ciugud y jornadas de Ciugud en Valdeorras pero, de momento, a los orensanos les toca aprenderse el nombre del pueblo rumano y llevar a término la investigación que el ayuntamiento ha abierto para asegurarse de que existen parecidos entre las dos localidades. Una duda que se ha planteado tanto aquí como allá, porque en la prensa rumana, al hacerse eco de la noticia, se dijo que Vilamartín estaba en Madrid. La confusión quizás vino de la mano de Villanueva de la Cañada, porque la cuadrilla de Ciugud también visitó esta localidad, para estudiar el "fenómeno urbanístico y demográfico" que allí se ha dado.

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A vista de pájaro, Ciugud y Vilamartín no son muy semejantes. Las dos tienen un río caudaloso, el Ciugud, afluente del Mures; y el Sil, que también da su agua a otro que lleva la fama. Pero Ciugud es un pueblo de travesía, con las casas (cada una con su huerta trasera) apiñadas a ambos lados de la carretera. Y Vilamartín, como buena gallega, se desperdiga aquí y allá, y adapta una forma redondeada al Norte del río. Pero si se baja hasta el nivel del suelo, se empiezan a descubrir ciertas similitudes, algunas llamativas de veras, como la de los censos municipales. Sólo 21 habitantes distancian las cifras de población: 2.571 vecinos en Vilamartín frente a 2.592 en Ciugud. Un número, 21, que casualmente coincide con el de ciudadanos rumanos que viven, totalmente integrados, en varias aldeas de Vilamartín.

La idea de la confraternización partió de un vilamartinés que vive en Madrid. Fue él quien inició los contactos, teniendo en cuenta que había varios rumanos en su pueblo natal. Luego, con todo en marcha, le pasó el testigo al alcalde. En el último pleno municipal, la corporación de Vilamartín dio el visto bueno, por unanimidad, para iniciar el expediente de hermanamiento, que en rumano se dice infratire. En el orden del día de la sesión, se decía escuetamente, sin dar más datos, que se iba a votar el hermanamiento con "un pueblo de Rumanía".

Varios concejales ni se enteraron del nombre de la localidad. Pero el alcalde explicó que Ciugud era rica en viñedos, como Vilamartín. Y luego, Gheorghe Musat, un rumano que trabaja desde hace año y medio en un taller mecánico de Valdeorras, originario de la localidad de Ialomita (que dista de Ciugud 400 kilómetros), contó en el ayuntamiento lo que él sabía del futuro pueblo hermano.

Además de los viñedos, muchos, que crecen en las verdísimas laderas del valle de Ciugud, en este municipio del interior del país hay grandes rebaños de ovejas y cabras, abundantes frutales y plantaciones de árboles destinados a la industria maderera. Si Musat no se confunde, el hermanamiento está hecho.

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