La 'enfermera de la muerte' sale de la cárcel en Holanda al reabrirse su caso

Hace cuatro años, la enfermera holandesa Lucía de B., fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de siete de sus pacientes y el intento de acabar con otros tres. Los hechos ocurrieron entre 1997 y 2001 y ella siempre mantuvo su inocencia. Pero los exámenes toxicológicos apreciaron restos letales de digoxina (medicamento para la insuficiencia cardiaca) en el organismo de sus víctimas, en especial en un bebé de seis meses, y ésa fue la causa de la condena. Pero ayer las tornas cambiaron. Un nuevo análisis ha concluido que las pruebas en su contra "no se sostienen", y por ello se ha decret...

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Hace cuatro años, la enfermera holandesa Lucía de B., fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de siete de sus pacientes y el intento de acabar con otros tres. Los hechos ocurrieron entre 1997 y 2001 y ella siempre mantuvo su inocencia. Pero los exámenes toxicológicos apreciaron restos letales de digoxina (medicamento para la insuficiencia cardiaca) en el organismo de sus víctimas, en especial en un bebé de seis meses, y ésa fue la causa de la condena. Pero ayer las tornas cambiaron. Un nuevo análisis ha concluido que las pruebas en su contra "no se sostienen", y por ello se ha decretado su libertad mientras se revisa la causa.

La Comisión para la Evaluación de Casos Cerrados aconsejó ya en octubre pasado que se reexaminara el proceso original, "porque giró en torno a la enfermera como único culpable posible". Al final, nuevos análisis han concluido que la muerte del bebé, una niña, "se debió a causas naturales; probablemente una asfixia por falta de oxígeno". El Fiscal del Estado prepara ahora una petición para que el Tribunal Supremo ordene la reapertura del caso.

El proceso contra Lucía de B. empezó con la muerte de Amber, una niña con problemas congénitos de corazón y cerebro ingresada en octubre de 2001 en un hospital de La Haya. La enfermera trabajaba entonces allí, y aunque nadie vio cómo administraba la inyección fatal, el comunicado emitido en su día por el propio centro médico hablaba ya de asesinato. Tres años después, y en función de los informes toxicológicos hoy cuestionados, los jueces dictaminaron que había fallecido por una sobredosis. Dicha decisión selló la suerte de la acusada, al asumirse que si había acabado con la pequeña, lo mismo habría hecho con otros seis pacientes a su cuidado muertos en diferentes épocas y hospitales. En ningún caso hubo pruebas concretas.

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