Crítica:

Terror efervescente

Al enfrentarse a una película como Parking 2, la primera cuestión en surgir es inevitable: ¿Y cuál era Parking 1? Sin embargo, tras el resquemor inicial, el espectador va cayendo en la cuenta de que no está ante una secuela de nada, sino ante un efervescente producto de terror juvenil, quizá poco original, pero sí muy eficaz, cuyas coordenadas de tensión están ejercitadas con convicción a través de recursos clásicos. ¿Y el título? Simplemente hace referencia a la segunda planta del aparcamiento donde se desarrolla la práctica totalidad de la historia, protagonizada por apenas dos...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Al enfrentarse a una película como Parking 2, la primera cuestión en surgir es inevitable: ¿Y cuál era Parking 1? Sin embargo, tras el resquemor inicial, el espectador va cayendo en la cuenta de que no está ante una secuela de nada, sino ante un efervescente producto de terror juvenil, quizá poco original, pero sí muy eficaz, cuyas coordenadas de tensión están ejercitadas con convicción a través de recursos clásicos. ¿Y el título? Simplemente hace referencia a la segunda planta del aparcamiento donde se desarrolla la práctica totalidad de la historia, protagonizada por apenas dos personajes: una joven ejecutiva y el guardia jurado en principio encargado de velar por su seguridad.

PARKING 2

Dirección: Franck Khalfoun.

Intérpretes: Rachels Nichols, Wes Bentley.

Género: terror. EE UU, 2007.

Duración: 98 minutos.

Al frente de la producción, y también como coguionista, está el francés Alexandre Aja, uno de los venerados nuevos nombres del terror europeo, que tras adaptar a Julio Cortázar en Furia (1999) y perpetrar la salvaje Alta tensión (2002), se ha hecho un hueco en el cine americano, primero con el remake del clásico de Wes Craven Las colinas tienen ojos (2006) y ahora como ideólogo de Parking 2, una película cuyos primeros 20 minutos ya dejan adivinar que no estamos ante algo desdeñable.

Cena de Navidad

Una joven abogada intenta culminar algunos flecos de su trabajo antes de acudir a la familiar cena de Navidad. Sólo hay conversaciones telefónicas y un conato de disculpa por parte de un compañero de oficina, pero se palpa la angustia, proveniente de la puesta en escena, del montaje, de la sutileza de cada charla. La adicción al trabajo, las relaciones afectivo-laborales y, sobre todo, la soledad pululan por una trama basada en el continuo ritmo de las situaciones, en la agudeza de los (pocos) diálogos y en una situación inspirada (sobre todo en la interpretación de Wes Bentley) en los macabros juegos de Norman Bates en Psicosis. Y si hay algún fanático de la feroz representación de la violencia que acostumbra a desarrollar Aja (no apta para todos los estómagos), que no se pierda, hacia el minuto 45, una secuencia que mezcla la tortura del policía de Reservoir dogs con la extintora venganza del novio de Irreversible. Demoledora.

Vídeo: ELPAIS.com
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En