Cartas al director

Coherencia y medios de comunicación

Hoy escuché en la radio que la nueva era de las comunicaciones, según un científico, favorece nuestro desarrollo intelectual. Nuestros adolescentes desarrollarán más pronto algunas facetas del intelecto, debido a lo prematuro de ciertos estímulos, provenientes de la inmersión en la era de la sobreinformación.

Me preocupa lo que puedan ver cada día en los telediarios. Me explico: soy profesora de enseñanza secundaria y estoy inmersa, junto a parte de mis compañeros, en la elaboración de un plan de convivencia que mejore las relaciones que a diario se tienen en un instituto. Dentro de dic...

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Hoy escuché en la radio que la nueva era de las comunicaciones, según un científico, favorece nuestro desarrollo intelectual. Nuestros adolescentes desarrollarán más pronto algunas facetas del intelecto, debido a lo prematuro de ciertos estímulos, provenientes de la inmersión en la era de la sobreinformación.

Me preocupa lo que puedan ver cada día en los telediarios. Me explico: soy profesora de enseñanza secundaria y estoy inmersa, junto a parte de mis compañeros, en la elaboración de un plan de convivencia que mejore las relaciones que a diario se tienen en un instituto. Dentro de dicho plan hay cabida para desarrollar y fomentar actividades de integración del alumnado inmigrante. El instituto es muy pequeño, pero poco a poco vamos acogiendo a chicos y chicas de otros países, y, la verdad, muchos ya están acostumbrados a cierto grado de rechazo solamente por haber nacido dentro de la frontera equivocada.

Por eso me entristece que puedan ver por televisión a un señor barbudo que les humille diciendo que sus compatriotas no saben ni poner un simple café. Casi me preocupa más pensar en el resto, en los autóctonos, los cuales deben tomar como milongas nuestras charlas sobre la integración y la tolerancia y, a la vez, reciben otro tipo de mensajes opuestos, esta vez no del entorno adulto, como muchas veces sospecho, sino de políticos que aspiran a gobernarnos a todos.

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Puede sentirse orgulloso, señor Arias Cañete: en fútbol no pasaremos de cuartos, pero jugando en casa ya somos superiores en algo. Échele más azúcar, hágame caso.

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