Un hombre mata a su madre de dos puñaladas en Carabanchel

El presunto homicida, de 40 años, llamó a la policía para autoinculparse

A las siete menos diez de la tarde, Primitivo G. N., de 40 años, descolgó el teléfono de su casa y marcó el 091. "¿Policía? Acabo de matar a mi madre". Dos puñaladas con un cuchillo de 20 centímetros, una en la parte alta del esternón de Eufemia Venerada Navafa, de 81 años, que le afectó a la traquea. La otra en el cuello. Cuando llegó la ambulancia del SUMMA, la mujer ya estaba muerta. Un coche policial de la comisaría de Carabanchel acudió para llevarse detenido al hijo, que no tenía antecedentes penales.

Ambos compartían el piso familiar situado en el número 43 de la calle de Tinamús...

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A las siete menos diez de la tarde, Primitivo G. N., de 40 años, descolgó el teléfono de su casa y marcó el 091. "¿Policía? Acabo de matar a mi madre". Dos puñaladas con un cuchillo de 20 centímetros, una en la parte alta del esternón de Eufemia Venerada Navafa, de 81 años, que le afectó a la traquea. La otra en el cuello. Cuando llegó la ambulancia del SUMMA, la mujer ya estaba muerta. Un coche policial de la comisaría de Carabanchel acudió para llevarse detenido al hijo, que no tenía antecedentes penales.

Ambos compartían el piso familiar situado en el número 43 de la calle de Tinamús (Carabanchel). El padre, que también se llamaba Primitivo y trabajaba de fontanero, murió hace años. Los vecinos hablaban ayer de un hermano mayor del presunto asesino que no residía con ellos.

Casi dos horas después de la llamada de Primitivo, los alrededores del edificio color crema de cuatro plantas parecían un avispero. Periodistas y curiosos. Preguntas y teorías. "Dicen que hace un mes que no tomaba sus pastillas". "Tenía problemas mentales, esquizofrenia, seguro". "No conozco bien su relación, pero yo creo que discutían mucho". "Si hubiera más instituciones para llevar a esta gente, esto no pasaría...".

Ninguna de las personas que merodeaban entre las cámaras se acordaba anoche del nombre de la mujer muerta, vecina "de toda la vida" del bloque de Carabanchel. Varios coincidieron en una imagen, la de la madre que paseaba por el barrio algunas tardes agarrada de la mano de su hijo. Ella "muy dulce". Él "muy tímido".

A un lado del edificio, Juli se apoya en un coche con su hija. La mujer se enjuga las lágrimas con un pañuelo de papel bajo las gafas. Explica que se cruzó con Eufemia el miércoles pasado en la esquina. Se saludaron con dos besos. Se preguntaron por las familias. Y recuerda que le dijo que estaba "muy contenta" porque Primitivo había conseguido un trabajo temporal en el Ayuntamiento de Madrid. "Es que tenía estudios", interrumpe la hija de la vecina. No se acuerda de cuáles. Y llama al móvil para preguntar a su hermana. Por el teléfono, un lamento largo. Habla Julia, compañera de instituto y amiga de Primitivo. Repite tres veces que era muy inteligente y que todo el mundo en el barrio sabe que es muy buena persona. "Pregunte, no podrán decirle otra cosa". Habla de su mala suerte por un problema psicológico que no aclara. "Todo le ha ido mal, estaba amargado y ahora se ha arruinado la vida".

A las 21.22, dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía apartan unos metros a los que aún intentan echar un vistazo cerca de la puerta de la casa. Extienden el cordón policial que permitirá salir al coche con el cadáver de Eufemia Venerada Navafa, la séptima víctima de muerte violenta en la región en lo que va de año.

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