Entre Jaén y Cantabria

Las medias de analfabetismo de las tres provincias valencianas coinciden casi al milímetro con el promedio español, situado en el 2,43% de la población mayor de 10 años, según el estudio Actividad y territorio, un siglo de cambios publicado por la Fundación BBVA en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Es decir, se encuentran a medio camino entre Jaén, donde no sabe leer y escribir el 5,84% de sus habitantes, y Cantabria, donde los analfabetos representan sólo el 0,63% de la población.

Las provincias valencianas salen peor paradas si se toma la c...

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Las medias de analfabetismo de las tres provincias valencianas coinciden casi al milímetro con el promedio español, situado en el 2,43% de la población mayor de 10 años, según el estudio Actividad y territorio, un siglo de cambios publicado por la Fundación BBVA en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Es decir, se encuentran a medio camino entre Jaén, donde no sabe leer y escribir el 5,84% de sus habitantes, y Cantabria, donde los analfabetos representan sólo el 0,63% de la población.

Las provincias valencianas salen peor paradas si se toma la clasificación de universitarios, que encabeza Madrid (19,4%) y cierra Toledo (8%). Sólo Valencia se sitúa levemente por encima de la media española del 12,6%. Castellón alcanza el 9,6% y Alicante, el 9%.

Los pueblos valencianos con tasas de iletrados más destacadas tienen en común su situación geográfica aislada, su población de edad muy avanzada y bajos niveles de renta. Para encontrar en la clasificación de analfabetismo los primeros municipios de cierta talla hay que llegar al puesto 18, ocupado por Callosa de Segura (14.000 habitantes y 6,1% de iletrados). A continuación están Almassora (puesto 26, 15.500 habitantes, y un 5,1%) y Quart de Poblet (al 4,6% de sus 23.000 pobladores). Las tres tienen en común haber tenido una base agrícola a la que siguió una industrialización que atrajo, hace décadas, a numerosos inmigrantes de zonas poco desarrolladas de España.

Los datos del informe están tomados del censo de 2001. De modo que, aunque mantienen su valor indicativo, la realidad ha variado desde entonces por la influencia de dos fuerzas contradictorias. De un lado, el fallecimiento de parte de los ancianos, criados cuando la educación no era universal. Del otro, el estudio apenas recoge el gran impacto de la llegada de inmigrantes de los últimos seis años.

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