Cartas al director

Bombas de racimo

Hoy en España, debido a la permisividad del Gobierno y a la pasividad ciudadana, se fabrican miles de las llamadas bombas de racimo, bombas que provocan víctimas mortales, mayoritariamente civiles, en todo el mundo. En su mecanismo de funcionamiento está previsto que del artefacto principal salgan submuniciones que se dispersen por una zona grande, a menudo cerca de áreas civiles. Estas bombas secundarias deberían explotar al llegar al suelo, pero un porcentaje importante de ellas falla, convirtiendo así la zona en algo peor que un campo de minas antipersonales.

Hoy día, países como Ser...

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Hoy en España, debido a la permisividad del Gobierno y a la pasividad ciudadana, se fabrican miles de las llamadas bombas de racimo, bombas que provocan víctimas mortales, mayoritariamente civiles, en todo el mundo. En su mecanismo de funcionamiento está previsto que del artefacto principal salgan submuniciones que se dispersen por una zona grande, a menudo cerca de áreas civiles. Estas bombas secundarias deberían explotar al llegar al suelo, pero un porcentaje importante de ellas falla, convirtiendo así la zona en algo peor que un campo de minas antipersonales.

Hoy día, países como Serbia siguen padeciendo sus consecuencias, mientras que en otros como España continuamos fabricándolas. ¿A qué esperamos para prohibir la fabricación y comercialización de estos explosivos que tantas desgracias provocan? O como diría Dylan: ¿cuántas veces deben las balas del cañón volar antes de que sean prohibidas para siempre?

La conferencia por un tratado contra estas bombas que se celebra del 4 al 7 de diciembre en Viena es una oportunidad que no podemos dejar pasar. Si ganamos contra las minas antipersonas, ¡también podemos hacerlo ahora.

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