Análisis:EL ACENTO

El derecho a no sufrir

La reforma del Código Civil en 2005 sobre la ley del divorcio ha incrementado notablemente las crisis matrimoniales. Más de 125.000 divorcios se registraron en 2006 lo que representa un aumento del 74,2% respecto a 2005, año en el que se instauró el popularmente conocido como divorcio express, que permite a las parejas solicitar la ruptura directamente sólo tres meses después de la boda y sin el paso previo de la separación de al menos un año como establecía la ley aprobada en 1981.

Estas estadísticas pueden tener diversas lecturas. Ya se sabe, en la vida todo es relativo. Desde ...

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La reforma del Código Civil en 2005 sobre la ley del divorcio ha incrementado notablemente las crisis matrimoniales. Más de 125.000 divorcios se registraron en 2006 lo que representa un aumento del 74,2% respecto a 2005, año en el que se instauró el popularmente conocido como divorcio express, que permite a las parejas solicitar la ruptura directamente sólo tres meses después de la boda y sin el paso previo de la separación de al menos un año como establecía la ley aprobada en 1981.

Estas estadísticas pueden tener diversas lecturas. Ya se sabe, en la vida todo es relativo. Desde luego, sería estúpido que una sociedad se vanagloriara de los fracasos (y los divorcios, se mire por donde se mire, lo son). Sin embargo, resulta igualmente cargante tener que digerir opiniones tremendistas de quienes se arrogan el rol de juzgadores de situaciones de las que son ajenos. Braman contra el escándalo, pero no prestan atención a los beneficios emocionales y materiales que pueden reportar las facilidades que la ley concede para poner fin al matrimonio. Preferirían el encadenamiento a una persona de por vida o el "cese temporal" de la convivencia antes que opciones más naturales como acabar una relación de la manera menos traumática posible. Pero no, ellos defienden que el que la hace la paga en este valle de lágrimas.

"Cuesta mucho menos divorciarse que darse de baja en una compañía telefónica", ha sentenciado el director del secretariado de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, Leopoldo Vives. Puestos ya en el terreno de la exageración y el absurdo, ¿por qué debería costar más? Si los sentimientos tuvieran un valor material, ¿por qué motivo una persona debería gastarse un pico en juicios, abogados y dolor para salir de la crisis? ¿Qué ventajas reportaba para la estabilidad de la pareja y de sus hijos no poder divorciarse hasta que no se rebasara un plazo mínimo de 12 meses de separación conyugal?

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Habría que explicar a esos exponentes del juicio sumario que el matrimonio es un contrato entre dos personas basado en el amor y el respeto, dos sentimientos que no son imperecederos ni están sujetos a plazos de resistencia cuando desvanecen.

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