Reportaje:

MCC se 'concentra' en China

El grupo vasco inaugura el primer polígono industrial en el gigante asiático, que prevé atraer una quincena de industrias

La estrategia de este proyecto se basa en el aprovechamiento de las sinergias que aparecen cuando varias empresas de tamaño medio deciden hacer un frente común e ir de la mano", explica Iñaki Otaño, vicepresidente de Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) e impulsor del primer parque industrial del Estado en suelo chino.

"En este país, donde el tamaño sí que importa, la unión es más necesaria que en ninguna otra parte, porque ayuda a la hora de lidiar con las autoridades, con la compra del suelo, los proveedores, el constructor, y hasta la mano de obra", añade Iagoba Agirregomezkorta, ...

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La estrategia de este proyecto se basa en el aprovechamiento de las sinergias que aparecen cuando varias empresas de tamaño medio deciden hacer un frente común e ir de la mano", explica Iñaki Otaño, vicepresidente de Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) e impulsor del primer parque industrial del Estado en suelo chino.

"En este país, donde el tamaño sí que importa, la unión es más necesaria que en ninguna otra parte, porque ayuda a la hora de lidiar con las autoridades, con la compra del suelo, los proveedores, el constructor, y hasta la mano de obra", añade Iagoba Agirregomezkorta, gerente de la planta que Wingroup tiene en el complejo. "El tejido industrial vasco está compuesto básicamente por pymes, y ésta es una iniciativa muy interesante que mejorará la competitividad de estas empresas en el complejo y saturado mercado chino", apostilla Miren Madinabeitia, representante de la SPRI, Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial vasca, en China.

Las cuatro empresas que forman la primera fase del polígono, Wingroup, Orbea, Orkli y Oiarso, ya están en pleno rendimiento
Las dos primeras fases del polígono industrial cuentan con 300.000 metros cuadrados de superficie y 30 millones de euros de inversión

Han pasado tres años desde que la idea de un polígono industrial comenzó a tomar forma, y ya está todo preparado para que las autoridades corten la cinta el próximo martes, aunque las cuatro empresas que forman la primera fase del polígono, Wingroup, Orbea, Orkli y Oiarso, ya están en pleno rendimiento. Otras cuatro han comenzado las obras de construcción de sus pabellones, y actualmente se está negociando una tercera fase con varias empresas del grupo Ormazabal.

Sin exclusiones

"Estaré contento si, al final, conseguimos reunir una quincena de nombres en medio millón de metros cuadrados", comenta Otaño, que no cierra las puertas a ninguna compañía. "Es una iniciativa de MCC, pero en la segunda fase ya hay una empresa que no pertenece al grupo, y no pretende ser tampoco un parque industrial vasco. Nadie está excluido". Para 2010, MCC espera haber invertido 100 millones de euros en el polígono, que contaría con más de 3.000 trabajadores.

El complejo está situado en la ciudad de Kunshan, distante 40 kilómetros de la capital económica del país, Shanghai. "Estamos fuera de su ámbito administrativo, pero nos beneficiamos de las fabulosas infraestructuras de Shanghai, así como de costos inferiores en el terreno (5.000 euros por cada 666 metros cuadrados) y en la mano de obra. Es una ubicación que quizá no sea idónea para todas las empresas, pero cuyas ventajas superan a los inconvenientes", asegura Unai Diego, gerente de Orbea China. Hace tres años, el Gobierno decidió situar aquí una nueva expansión industrial, y lo que hasta entonces eran arrozales se ha convertido ahora en una maraña de autopistas e inexpresivos bloques pertenecientes a empresas de todo el mundo.

En total, las dos primeras fases del polígono industrial cuentan con 300.000 metros cuadrados de superficie y 30 millones de euros de inversión. Darán trabajo a un millar de trabajadores locales, de los cuales 500 ya están ensamblando productos de fitness, produciendo elementos de seguridad termoeléctrica, preparando series de material médico, y familiarizándose con las bicicletas vascas. Los turnos, en muchos casos, son de 12 horas, y el salario mínimo, de 85 euros.

"Los trabajadores locales desean hacer horas extras y trabajar todo lo que puedan para complementar sus ingresos. El dinero es lo que más les importa", asegura Óscar Paz, director de la planta de Orkli en el polígono. "Por eso es difícil retenerlos, y la rotación es un verdadero problema. Son volátiles, y difícilmente se identifican con la empresa. Para ellos, poner en el currículo que en dos años han trabajado en veinte lugares es un orgullo. Para nosotros, una pesadilla".

MCC ha tenido muy en cuenta que para el éxito de esta iniciativa pionera es necesario que, por lo menos, los trabajadores vascos desplazados se sientan como en casa. Para ellos ha construido un caserío gigantesco cuya fachada de piedra y madera contrasta con las asépticas planchas de aluminio que recubren los pabellones que le rodean. Dentro, una decena de habitaciones decoradas en una mezcla de estilos vasco y chino: "Aquí les servimos comida occidental, y pueden desconectar del trabajo", señala el vicepresidente de MCC.

Si hay alguien que ha vivido ese estrés en primera persona es Mikel Ayestaran, el gerente de Oiarso en Kunshan. El establecimiento de la fábrica que dirige ha sido una odisea, paradigma de lo difícil que es abrir camino en China. Nada más llegar se encontró con que el terreno que habían adquirido estaba ocupado por una fábrica china que tenían que derribar. Después descubrieron que, a pesar de lo estipulado, el terreno era inadecuado para levantar sobre él una instalación de sus especificaciones, lo cual produjo más retrasos y la necesidad de rediseñar todo el edificio.

Cuando la construcción estaba avanzada, un operario cayó del techo y murió, provocando un nuevo parón en las obras. Pero todavía estaba por llegar la peor noticia: la contratista no tenía licencia para construir una sala blanca necesaria para manipular material médico, a pesar de haber asegurado lo contrario. "Ha sido necesario echar mano de todo el guanxi (relaciones personales) posible para conseguir los permisos. Es necesario construir amistades en la cúpula del Gobierno que luego allanen el camino", cuenta. "Aquí la economía va de la mano de la política, y hay que saber cómo manejar la segunda", añade Otaño.

Lo que comenzó como la necesidad de Wingroup de reubicarse, se ha convertido ya en la primera agrupación industrial española en China. Una nueva forma de atacar el gigante asiático que, según las previsiones, permitirá a su precursora duplicar la producción a costos inferiores.

Orbea, por su parte, espera producir 60.000 bicicletas a partir de 2009, y Orkli ha mejorado sustancialmente el servicio que proporciona a sus clientes, a pesar de que ahora está más lejos de ellos. Todas ellas han decidido tomar la iniciativa y, para ello, han diseñado una estrategia proactiva que contrasta con las conservadoras líneas empresariales habituales en España. Lo explica Unai Diego: "La mayoría está inmersa en el día a día y descuida los planes de futuro, en los que China juega un papel fundamental. La mayoría llega a este país cuando no le queda otra alternativa. Nosotros hemos decidido tomar la delantera y buscar nuevas vías para tener éxito en el futuro".

Además, MCC considera que este modelo de polígono es válido no sólo para China y se plantea la posibilidad de llevar a cabo iniciativas similares allí donde su presencia no es muy importante pero cuyo mercado es prometedor, como India o Rusia.

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