Cartas al director

Son las diez. Las nueve en Canarias

Así escribía siempre la primera línea de su guión de Hora 25 Carlos Llamas. En la madrugada de ayer, Charlie apagó la luz roja de los estudios centrales de la cadena SER después de más de veinte años de entrega y dedicación. Luchó hasta el final contra el cáncer acompañado de su familia. Su ex mujer, Pilar, que lo dejó todo para acompañarle en su último viaje; sus hijos, Laura y David; sus padres; sus hermanos, y Agustín, ese hermano que siempre estuvo con él en los buenos y en los malos momentos

Ahora es cuando quienes le conocimos echamos la vista atrás y nos damos cuent...

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Así escribía siempre la primera línea de su guión de Hora 25 Carlos Llamas. En la madrugada de ayer, Charlie apagó la luz roja de los estudios centrales de la cadena SER después de más de veinte años de entrega y dedicación. Luchó hasta el final contra el cáncer acompañado de su familia. Su ex mujer, Pilar, que lo dejó todo para acompañarle en su último viaje; sus hijos, Laura y David; sus padres; sus hermanos, y Agustín, ese hermano que siempre estuvo con él en los buenos y en los malos momentos

Ahora es cuando quienes le conocimos echamos la vista atrás y nos damos cuenta del mérito que tiene todo lo que ha hecho Carlos por el periodismo. Cogió las riendas de Hora 25 en 1992 y ha convertido un informativo en un programa de autor, que reunía cada noche a millones de oyentes. Era la voz que nos acompañaba cuando nos cepillábamos los dientes y nos metíamos en la cama. Y lo hizo desde la más absoluta humildad, sin creerse más ni mejor que nadie. Algo difícil de encontrar en una profesión que está llena de egos.

El barrio madrileño de Canillejas ha perdido a su vecino más ilustre. Al que siempre refunfuñaba, al de aspecto aldeano y sonrisa irónica. Son las diez. Las nueve en Canarias.- Pedro Jiménez, Servicios Informativos de la cadena SER.

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No sé dónde habrás ido, pero allí donde estés, sí sabes, como has sabido, allí estaré escuchándote, para saber que mi voz, que era la tuya, sigue cerrando mis ojos, con la esperanza del infinito, de la utopía. Las llamas de tu verbo, compacto y aterciopelado, las echo de menos. .- José Manuel León Bailén. Madrid

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