Crítica:DVD | QUÉ PEQUEÑO ES EL CINE

'Manero' con 30 y '300' con 'botox'

En Caro diario (1993), Nanni Moretti fantasea subido en su Vespa con Jennifer Beals hasta que la encuentra por azar en una acera romana. Ella está guapa y comprensiva en el cameo. Él está nervioso, y por mucha intelectualidad de izquierdas, queda como fan adolescente marcado por el recuerdo de aquella camiseta sin sujetador que la actriz lucía en Flashdance (Adrian Lyne, 1983). A veces, una prenda basta para crear un icono erótico. A Tony Manero le bastó con el traje blanco de Fiebre del sábado noche (John Badham, 1977).

Acaban de salir a la venta ediciones d...

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En Caro diario (1993), Nanni Moretti fantasea subido en su Vespa con Jennifer Beals hasta que la encuentra por azar en una acera romana. Ella está guapa y comprensiva en el cameo. Él está nervioso, y por mucha intelectualidad de izquierdas, queda como fan adolescente marcado por el recuerdo de aquella camiseta sin sujetador que la actriz lucía en Flashdance (Adrian Lyne, 1983). A veces, una prenda basta para crear un icono erótico. A Tony Manero le bastó con el traje blanco de Fiebre del sábado noche (John Badham, 1977).

Acaban de salir a la venta ediciones de coleccionista de ambos filmes que c

omparten la historia de un protagonista de clase obrera que se escapa de la realidad bailando. Ambos están aderezados con nostálgicos documentales sobre un estreno que cambió el vestir, los bailes y las fantasías onanistas de toda una generación. Reportajes que explican cómo se crea un clásico de la cultura pop. En los extras de Fiebre del sábado noche resultan enternecedoras las encargadas de vestuario contando orgullosas cómo aquel año, hace ahora 30, todos los adolescentes vistieron de blanco en su baile de fin de curso. Y es hilarante el cursillo para recrear, paso a paso, en la intimidad del hogar, el baile final del filme.

Pero, como en una reunión de ex alumnos, durante los extras, el espectador sólo puede pensar una cosa: qué mala es la edad. Sobre todo para los guapos. El de los Bee Gees (que ponen la música en Fiebre del sábado noche) parece más bien la madre del de los Bee Gees. Quizá ésta sea la razón detrás de las notables ausencias de Jennifer Beals y John Travolta en los nostálgicos reportajes.

Esto de pensar en la edad no pasa con la nueva edición de coleccionista de El almuerzo desnudo (David Cronenberg, 1991). El filme sobre la adicción, la escritura y los escarabajos es tan raro y tan especial que no envejece. Lo mismo ocurre con sus protagonistas absolutos, Cronenberg y William S. Burroughs, que están deliciosos en el antiguo documental que acompaña a la cinta. En un concurso de "a ver quién es más friki", Cronenberg dice: "La boca es el superego; el ano, el subconsciente". Burroughs contesta: "Me fascina la enfermedad, ¿qué vino antes, el intestino o la tenia?".

Esta semana se estrenó en DVD 300, superproducción que lleva al cine el cómic de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas. Una fantasía histérica y alucinante sobre la superioridad física. No quiero ni pensar cómo quedarán sus hipermusculados protagonistas cuando se comparen con lo que eran dentro de 30 años. Ni hartos de botox.

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