Cartas al director

Lenguas

La siguiente situación se produjo en una cala de la región de Murcia. Eran las 12.30. La playa estaba abarrotada de bañistas de diferentes edades, sexos y nacionalidades. De repente, el grito de una mujer hace levantar las miradas: su hijo ha desaparecido. Rápidamente, varios de los presentes se abalanza sobre la señora que no para de gritar: "¡Mi niño se ha perdido!". Los portugueses son los primeros en acercarse y en preguntar: "¿O qué acontece?"; inmediatamente unos italianos preguntan: "¿Che cosa accade?". La mujer repite una y otra vez que su niño se ha perdido. Los jóvenes franceses lo h...

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La siguiente situación se produjo en una cala de la región de Murcia. Eran las 12.30. La playa estaba abarrotada de bañistas de diferentes edades, sexos y nacionalidades. De repente, el grito de una mujer hace levantar las miradas: su hijo ha desaparecido. Rápidamente, varios de los presentes se abalanza sobre la señora que no para de gritar: "¡Mi niño se ha perdido!". Los portugueses son los primeros en acercarse y en preguntar: "¿O qué acontece?"; inmediatamente unos italianos preguntan: "¿Che cosa accade?". La mujer repite una y otra vez que su niño se ha perdido. Los jóvenes franceses lo han entendido todo sin preguntar.

A una distancia prudente, unos ingleses no paran de dirigirse a varias parejas españolas con la frase: "What happens?". En principio, nadie les responde. Seguramente no entienden, pero un joven alemán logra decir: "Children lost", en un tosco inglés. Los ingleses se quedan inmóviles al ver que son incapaces de conectar con el entramado de lenguas que van oyendo y que sorprendentemente todos entienden. Portugueses, franceses, italianos, españoles -entre ellos, varios catalanes y valencianos- continúan la búsqueda de la criatura mientras hablan entre sí de los posibles lugares donde puede estar. Un qui en italiano, que todos, menos los ingleses, entienden, da por finalizada la búsqueda. El niño está sentado junto a unos cubos en otra sombrilla que no era la suya.

Esta pequeña y verídica historia no acaba aquí. En los días sucesivos, todos los participantes se saludan, hablan e incluso quedan en el chiringuito de la playa. Cada uno habla su lengua, pero todos se entienden. Allí hay personas de todas las edades y sexos, con educaciones diferentes pero con unas lenguas que muchos de ellos no saben que son románicas y que por eso tienen un tronco común. Desgraciadamente, los ingleses siguen solos bajo su sombrilla. Me viene a la mente aquel chiste que preguntaba: "¿Cómo se llama el que habla tres lenguas? Trilingüe. ¿Y el que habla dos? Bilingüe. ¿Y el que habla una? Monolingüe. Pues no, se llama inglés".

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