Crítica:CRÍTICA

La nueva China

La China actual es una contradicción en sí misma y la presa de las Tres Gargantas el exponente máximo de dicha contradicción. La necesaria renovación de la energía eléctrica, el control de las inundaciones y la mejora de la navegación fluvial en el río Yangt-sé se contraponen a los efectos de la faraónica obra, iniciada en 1993: 19 ciudades y 326 pueblos han quedado bajo las aguas, y casi dos millones de personas han tenido que ser reubicadas. Mientras el país parece abocado al neocapitalismo, sus habitantes no saben si vienen o si van. Jia Zhang-ke, autor de gran prestigio durante la última d...

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La China actual es una contradicción en sí misma y la presa de las Tres Gargantas el exponente máximo de dicha contradicción. La necesaria renovación de la energía eléctrica, el control de las inundaciones y la mejora de la navegación fluvial en el río Yangt-sé se contraponen a los efectos de la faraónica obra, iniciada en 1993: 19 ciudades y 326 pueblos han quedado bajo las aguas, y casi dos millones de personas han tenido que ser reubicadas. Mientras el país parece abocado al neocapitalismo, sus habitantes no saben si vienen o si van. Jia Zhang-ke, autor de gran prestigio durante la última década pero hasta ahora invisible para los cines españoles (el canal especializado Cinematk emite en estos días un ciclo con buena parte de su filmografía), ha centrado su carrera en el análisis de estos cambios. Naturaleza muerta, León de Oro en el Festival de Venecia de 2006, es su obra cumbre.

NATURALEZA MUERTA

Dirección: Jia Zhang-Ke. Intérpretes: Tao Zhao, Sanming Han, Zhubin Li, Hong Wei Wang. Género: drama. China, 2006. Duración: 108 minutos.

A través de una doble historia de búsqueda, y con la construcción de la presa como telón de fondo, Zhang-ke reflexiona (como ya hiciese en Placeres desconocidos, de 2002, y sobre todo en El mundo, de 2004) sobre los efectos de la urbanización y de la globalización en la cultura tradicional. Los antiguos carteles con el lema "¡Esfuérzate!" contrastan con la corruptela administrativa que lleva a uno de los personajes a clamar: "¡Todos somos hijos de la China comunista, no sólo unos cuantos!".

Los omnipresentes billetes con el rostro de Mao se utilizan para pagar las playstation con las que juegan niños y mayores. Mientras los antiguos generadores producen continuas chispas, la presa entierra la China antigua y alrededor de ella se edifica una nueva, en la que los ideales no se sabe hacia dónde van. "No podemos evitarlo, somos unos nostálgicos", proclama en tono filosófico un personaje. "¿A quién citas?", pregunta otro, que no encuentra en el ideario de Confucio o del taoísmo semejante frase. "¡Al maestro Chow Yun-Fat!", responde con soltura el pequeño filósofo, en referencia a la estrella hongkonesa del cine de artes marciales.

A la manera cadenciosa y minimalista de ¿Dónde está la casa de mi amigo?, de Kiarostami, Naturaleza muerta se impone como documento cinematográfico apegado a la historia de un territorio. Y ahí, la metáfora ejerce su poder.

Un fotograma de Naturaleza muerta.
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