La Fundación Joan Brossa negocia trasladar su sede al Palau Desvalls

El edificio, situado en el parque del Laberinto de Horta, se encuentra en estado ruinoso, por lo que necesita una importante inversión

El distrito barcelonés de Horta-Guinardó ha ofrecido a la Fundació Joan Brossa el Palau Desvalls, ubicado en la entrada del parque del Laberinto, para que instale allí su sede. Se cumpliría así una vieja aspiración de esta entidad, que desde su constitución en 1999 ha pedido a las administraciones la cesión de un espacio público para desarrollar sus actividades.

En la actualidad, la fundación ocupa dos locales de alquiler: uno sito en la calle de Roger de Llúria -destinado a las oficinas y al archivo- y el otro en la de Provença -reconvertido en sala de exposiciones para exhibir parte d...

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El distrito barcelonés de Horta-Guinardó ha ofrecido a la Fundació Joan Brossa el Palau Desvalls, ubicado en la entrada del parque del Laberinto, para que instale allí su sede. Se cumpliría así una vieja aspiración de esta entidad, que desde su constitución en 1999 ha pedido a las administraciones la cesión de un espacio público para desarrollar sus actividades.

En la actualidad, la fundación ocupa dos locales de alquiler: uno sito en la calle de Roger de Llúria -destinado a las oficinas y al archivo- y el otro en la de Provença -reconvertido en sala de exposiciones para exhibir parte del fondo brossiano.

La vicepresidenta de la fundación, Mercè Centellas, explica que la propuesta está todavía muy verde porque en el camino de la negociación se vislumbran varios inconvenientes. El más grave de todos es el estado ruinoso en el que se encuentra el Palau Desvalls, una finca del siglo XVIII reivindicada históricamente por los vecinos de Horta para dar al edificio un uso social y abierto a todos.

El Palau Desvalls se construyó a finales del siglo XVIII
La entidad dispone ahora de dos locales que son de alquiler
Las subvenciones públicas se destinan sólo a actividades
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Además, la rehabilitación del palacio sería muy cara y la fundación no puede hacerse cargo de la obra, todo lo contrario. Centellas asegura que "la situación económica de la fundación es muy delicada" y que el futuro de la misma es incierto. "El alquiler y el mantenimiento diario de los dos locales es muy caro. Tenemos muchas dificultades para tirar adelante. Sólo recibimos subvenciones para las actividades. Los derechos de autor de Brossa dan poco dinero", lamenta.

Para solventar estos aprietos financieros, la fundación ha empezado a buscar el patrocinio de empresas privadas, pero esta iniciativa ha empezado este año y todavía es pronto para recoger los frutos. En 2005, la Generalitat concedió al centro brossiano una subvención de 43.000 euros destinada a infraestructuras, que les permitió habilitar el local de la calle de Provença. El resto de ayudas recibidas de varias administraciones se ciñen a desarrollar el programa de actividades. Así, la misma Generalitat ha aportado este año a la fundación, para este fin, 50.000 euros.

Fuentes del Departamento de Cultura apuntan que las ayudas para infraestructuras se dan para desajustes concretos, como por ejemplo el mal funcionamiento de unas duchas en un centro de danza.

Centellas se manifiesta feliz por la propuesta, pero subraya que en ningún caso la fundación puede correr con los gastos de rehabilitación y mantenimiento del edificio, que apenas tiene adecentadas un par de dependencias: el salón que se usó de escenario en el rodaje de la película El perfume y la parte que utilizan los operarios de Parques y Jardines. Lo demás está tan maltrecho que una cerca impide el paso de los curiosos para evitar accidentes.

No obstante, la vinculación de Brossa con Horta -tanto biográfica como artística- convierte el Palau Desvalls en un destino ideal para la fundación que lleva su nombre. El lugar rezuma historia de costumbrismo local.

La finca, destinada al recreo campestre y acabada en un estilo de aires neoárabes, la hizo construir a finales del siglo XVIII Joan Antoni Desvalls i d'Ardena, un noble ilustrado y autor de varios trabajos científicos. La iniciativa del marqués, que también encargó el diseño de los jardines, creció con el impulso de sus descendientes, que incrementaron el patrimonio artístico del lugar.

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