Crítica:

Transgresores del pasado

La inclemencia del tiempo se expresa a menudo de maneras trágicas, y en este libro la inclemencia viste con la túnica del narcisismo blando y el entusiasmo por haber sido lo que se fue: la reivindicación de sí mismo, a veces con rastros ligeramente ruborizantes para el lector, es el emplazamiento directo del narrador o enunciador de estas memorias a ratos enternecedoras. Con lo sensato que hubiera sido hacer caso de uno de los primeros miembros del equipo de Ajoblanco, Quim Monzó, y a José Ribas se le ocurre escoger como mentor, tutor, guía, nada menos que a Luis Racionero, recién gradu...

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La inclemencia del tiempo se expresa a menudo de maneras trágicas, y en este libro la inclemencia viste con la túnica del narcisismo blando y el entusiasmo por haber sido lo que se fue: la reivindicación de sí mismo, a veces con rastros ligeramente ruborizantes para el lector, es el emplazamiento directo del narrador o enunciador de estas memorias a ratos enternecedoras. Con lo sensato que hubiera sido hacer caso de uno de los primeros miembros del equipo de Ajoblanco, Quim Monzó, y a José Ribas se le ocurre escoger como mentor, tutor, guía, nada menos que a Luis Racionero, recién graduado en los Estados Unidos de los años sesenta como gurú contracultural.

Es verdad, sin embargo, que si se supera el neguit, l'ennui o, ya en castellano, el desasosiego que produce la voz narradora, el libro cuenta cosas curiosísimas sobre cómo algunos jóvenes de los setenta materializaron sueños de vida cargados de reaccionarismo muy natural y espontaneísta, tentados por la inmadura rebeldía contra el mismo capitalismo rampante que los integró sin contemplaciones: lejos de la lucidez escéptica y sarcástica del Manifiesto subnormal de Manuel Vázquez Montalbán, el libro entrega algunas de las razones de la espontaneidad silvestre que hacía ocupar las casas de los demás en aras de la fraternidad del bien y los bonos de viaje alucinógeno.

LOS 70 A DESTAJO, AJOBLANCO Y LIBERTAD

José Ribas

RBA. Barcelona, 2007

616 páginas. 24 euros

Y confieso que merece la

pena leer cómo se formularon entonces algunos proyectos de vida (o la cosa más parecida a proyectos de vida) heterodoxos de los años setenta, en el caso de Ribas protegidos por la familia incluso para los permisos de publicación de la revista. Hay ahí visiones francamente pintorescas sobre el mundo contemporáneo, o sobre los criterios mismos de solvencia y certidumbre inteligente. La mezcla de ingenuidad y autosuficiencia nunca acaba de saberse si es del todo impostada pero acaba entregando un retrato más crudo y descriptivo de lo imaginable de las fantasías subversivas y la aclimatación burguesa de los transgresores de ayer.

La primera redacción de 'Ajoblanco', de izquierda a derecha: Maria Dols, José Ribas, José Solé, Ana Milá, Ana Castellar, Francisco Marsal, Luisa Ortínez y Toni Puig, en noviembre de 1973.

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