Análisis:GREC'07

Un seductor nato

Dicen los expertos que para ser un gran artista se ha de llegar al público femenino. De lograrlo se tiene conquistado un porcentaje elevado del mercado, que, además, ejerce un efecto de arrastre sobre el otro gran segmento, el que forman los que son capaces de hacer cualquier cosa por conseguir lo que desean. Entre las cosas que pueden llegar a hacer consta la asistencia a un concierto de Jorge Drexler, y aunque en su fiera masculinidad piensen que el uruguayo es un blandengue sensiblero que no tiene ni medio sopapo, la cara de felicidad que pondrán garantizará la continuidad feliz de la velad...

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Dicen los expertos que para ser un gran artista se ha de llegar al público femenino. De lograrlo se tiene conquistado un porcentaje elevado del mercado, que, además, ejerce un efecto de arrastre sobre el otro gran segmento, el que forman los que son capaces de hacer cualquier cosa por conseguir lo que desean. Entre las cosas que pueden llegar a hacer consta la asistencia a un concierto de Jorge Drexler, y aunque en su fiera masculinidad piensen que el uruguayo es un blandengue sensiblero que no tiene ni medio sopapo, la cara de felicidad que pondrán garantizará la continuidad feliz de la velada. Otra cosa es que ella quiera bajar a la fealdad del mundo después de haber escuchado a un ángel entre la belleza de las nubes. Pero ésa es harina de otro costal.

Jorge Drexler consiguió un éxito implacable, arrasador y categórico en el Teatre Grec

Había muchas ellas anteanoche en el concierto de Drexler en el Teatre Grec de Montjuïc, que como seductor nato que es, consiguió un éxito implacable, arrasador, categórico, absoluto. Puso cara de lo que parece ser, una persona sensible; se dejó querer mostrando un perfil frágil de efectos demoledores en ciertos sectores de la audiencia; aireó un fino sentido del humor que le condujo a improvisar una canción en plan Luthiers sobre una reciente lesión padecida en el tobillo; exprimió de sus letras la imagen de persona enamoradiza en lo personal y perpleja ante el desbarajuste social -la perplejidad social es otra arma de destrucción masiva en términos de seducción- e, incluso, dijo sentirse bien e introdujo cambios en el repertorio que le dejaron solo con su guitarra para cantar Antes y Flores en el mar, temas muy poco recurridos en su repertorio para mayor satisfacción del público barcelonés. Mejor no lo podía hacer. Un buen manual sabiamente utilizado. Un potosí. Máxime si del castellano se hace el ejemplar uso que Drexler exhibió ante su público.

Lo curioso en Drexler es que este uso inmisericorde e indisimulado del manual del perfecto osito no resta valor a buena parte de sus canciones, que en un Teatre Grec lleno y rendido incondicionalmente, brillaron de forma especial por sus arreglos. La imaginación que llevaba a éstos a las fronteras de la electrónica, comedida para que nadie se asuste, dieron un aire personal al repertorio, en el que resaltaron temas como Mi guitarra y vos; 12 segundos de oscuridad o Hermana duda, cosechadores de suspiros y concitadores de atención. El trabajo de la batería, los apuntes de violín y el uso poco convencional de la guitarra destacaron por su variedad en un contexto donde siempre palpitaba el amor como pilar de los textos. Esa reiteración y la sensación final de que Drexler cuenta mucho para decir lo justito, fueron las únicas máculas a un concierto que despidió el apartado musical del Festival Grec dejando en la cara del público una expresión de placer.

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