Crítica:GREC'07 | 'Tulse Luper VJ Tour'

Reverendo Greenaway

Hace ya bastantes años que, en cuanto tiene ocasión, el inquieto realizador galés Peter Greenaway (Newport, 1942) le canta un réquiem al cine convencional. Él lo sigue engrosando con sus películas porque, dice, le permite financiar su experimentación en busca de nuevas maneras de contar que superen la dependencia del texto y se rindan a la preponderancia de la tecnología. Su último sermón al respecto fue el viernes en el Grec, donde se presentó en su nueva faceta de videojockey con Tulse Luper VJ Tour, un ejercicio de cine en directo (así es como él mismo define la experie...

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Hace ya bastantes años que, en cuanto tiene ocasión, el inquieto realizador galés Peter Greenaway (Newport, 1942) le canta un réquiem al cine convencional. Él lo sigue engrosando con sus películas porque, dice, le permite financiar su experimentación en busca de nuevas maneras de contar que superen la dependencia del texto y se rindan a la preponderancia de la tecnología. Su último sermón al respecto fue el viernes en el Grec, donde se presentó en su nueva faceta de videojockey con Tulse Luper VJ Tour, un ejercicio de cine en directo (así es como él mismo define la experiencia) a partir de las imágenes de su faraónico proyecto Las maletas de Tulse Luper, que resultó decepcionante.

El realizador ofreció un decepcionante ejercicio de cine en directo

Tres pantallas gigantes vestían el muro frontal del espacio, que a la postre acabó acogiendo una experiencia más propia del videoarte que del cine. El anfiteatro de Montjuïc registró una muy buena entrada para esta sesión experimental en la que Greenaway estuvo acompañado por Serge Dodwell (DJ Radar), su pareja escénica desde el estreno del espectáculo en Amsterdam hace dos años. Había expectación en el patio de butacas, y sólo quedaron por ocupar los laterales del Grec, si bien a lo largo de la velada se registró un tenue goteo de desertores, sin duda fatigados por el magro contenido del espectáculo: una monótona sucesión de imágenes, en orden cronológico, de la película homónima, cuya banda sonora propia ahogaba con frecuencia el acompañamiento musical servido por el DJ.

Trajeado, con su impecable aspecto de dandy, Greenaway abrió el fuego con una prolija explicación de las intenciones del espectáculo. "Quiero hacer un cine de la edad presente que esté conducido por la música", anunció. Pero antes de poder verle en acción, los espectadores asistieron a una larga meditación teatral sobre democracia a base de 92 citas acuñadas por personalidades de todo el mundo. En Las maletas de Tulse Luper se recorre la historia del siglo XX desde el descubrimiento del uranio, en 1928, hasta la caída del muro de Berlín. Dado que el número atómico de este elemento es el 92, la película comprende 92 historias articuladas a partir de los contenidos de otras tantas maletas, y en ella se marca una cierta relación entre el uranio y el fascismo.

Fue un prólogo largo, transcurrido el cual Greenaway se puso de espaldas al respetable para manipular cómodamente una gran pantalla táctil de plasma. Desde ella seleccionaba las imágenes que se proyectaban a gran tamaño, un resumen desmembrado de las 92 historias de Las maletas... Así durante casi una hora. Al final cosechó aplausos, aunque poco sostenidos. Y entonces se inició otro espectáculo, que disfrutaba la oreja atenta a los comentarios de los asistentes. "¿Tú has entendido algo de la historia?". "Me ha gustado la música, pero las imágenes no". "Algunas de sus películas me han dejado muy satisfecha. Pero si considera que éste es el cine del futuro, no pienso volver a ir a verle". Greenaway decepcionó a más de un seguidor, pero no puede negarse que provocó debate, aunque en propiedad no se le pueda llamar cine-forum.

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