Columna

El relator de la ONU

Si tuviera que recomendarle a un joven español hacia dónde orientar un futuro profesional recurrente no dudaría en recomendarle la especialidad de relator, que es un oficio muy socorrido para poder pontificar sobre unas cuantas cosas aunque no tengas idea de ninguna. En la ONU hay relatores para explicar los problemas de derechos humanos en Colombia, las fumigaciones en México, la alimentación con etanol en África o el llamado problema de vivienda en España. Los relatores nunca opinan sobre Francia, Alemania o Estados Unidos. ¡Faltaría más! Ahora, además, hay relatores para explicar el nuevo C...

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Si tuviera que recomendarle a un joven español hacia dónde orientar un futuro profesional recurrente no dudaría en recomendarle la especialidad de relator, que es un oficio muy socorrido para poder pontificar sobre unas cuantas cosas aunque no tengas idea de ninguna. En la ONU hay relatores para explicar los problemas de derechos humanos en Colombia, las fumigaciones en México, la alimentación con etanol en África o el llamado problema de vivienda en España. Los relatores nunca opinan sobre Francia, Alemania o Estados Unidos. ¡Faltaría más! Ahora, además, hay relatores para explicar el nuevo Consell de Francesc Camps. Un oficio con futuro.

Porque sólo a un funcionario de sueldo seguro se le ocurre hacer el informe que ha hecho esta semana Miloon Kothan sobre la vivienda en España. De un plumazo se ha cargado el activo financiero de millones de españoles y devuelve esta nación de naciones al intervencionismo que había en tiempos de Vicente Mortes, natural de Paterna y mal aciago ministro de la Vivienda en la España franquista, responsable de los mil guetos que formaron las viviendas de VPO. El relator le está pidiendo a gritos a Maria Antonia Trujillo que continúe con la labor de Mortes e intervenga en el mercado de la vivienda española. No veo que pida lo mismo para París, la ciudad europea con más viviendas vacías. Pero aquí, ya se sabe, eso del intervencionismo suena a música celestial.

Siguen jugando con este asunto del ladrillo como si fuera de verdad el Monopoly. Que hay una crisis es cierto, pero desde siempre se sabe que en tiempos de crisis no hay que hacer mudanzas. Por eso se recomienda no hablar de suicidios cuando llega la primavera o aparcar la caída del precio de la naranja cuando llega la cosecha. Si hablas de suicidios hay más suicidios y si hablas de lo mal que va la cosa la fruta se queda en el campo. Exagerar la cosa del ladrillo recrea aún más el pánico a comprar casas. No es el tipo de interés, porque aquí nos hemos vuelto locos comprando viviendas cuando el tipo de interés estaba al 18% la hipoteca. Es el miedo que han extendido entre informes del relator, las hazañas de dos espabilados eurodiputados, la instrumentalización política de la vivienda y la complicidad de quienes sólo saben hacer las cosas mal por ganar unos miles de millones de euros de forma barata. Viene un relator, se toma dos platos de jamón y ya está en condiciones de pedir la vuelta al intervencionismo.

Dura tarea la que le queda a García Antón en la nueva consejería de agua y ladrillo que le ha encomendado el presidente Camps. Tiene enfrente que recuperar la imagen medioambiental de un territorio maltratado en medio mundo, los informes del relator, el pánico del dinero inversor, los compromisos de construir miles de VPO que aún recrearán más la pobreza familiar y despejar qué macroproyectos urbanísticos echará adelante, teniendo en cuenta las presiones de alcaldes de su partido, los del PSOE y los barones populares. ¿Qué hacer? Yo de él me buscaría un relator, porque Camps ya le ha dicho todo lo que tenía que decirle con el nombramiento del Consell.

Un Consell que desde el punto de vista de un relator es una mezcla de eficacia y política, términos a veces contradictorios. Ganan, por este orden, los campistas, la familia cristiana (el jueves mismo estaba Mayor Oreja de visita en Valencia) y los de Alicante. Lo del poder castellonense es una broma, porque Vicente Rambla o Manuel Cervera llegan a donde llegan por su valía a ojos de Camps y no porque pasen el fin de semana en Benicàssim. Nadie dice que el Camp de Túria tenga un conseller en el gobierno porque Serafín Castellano titule la cartera de Gobernación. No es lo mismo para Angélica Such, Trinidad Miró o Mario Flores que ejercerán de alicantinos y antizaplanistas. El único problema será el de los tres vicepresidentes, porque amén de ejecutivos los tres están para hacer política. Aunque este relator piensa que, mientras el conseller de Ciudadanía, Rafael Blasco, espabila, el vicepresidente Juan Cotino habrá ya puesto los altares (las referencias) en su sitio.

www.jesusmontesinos.es

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