Reportaje:

Una noche en 'Australia'

Los turnos de madrugada obligan a uno de cada diez empleados a vivir con el horario cambiado

La Gran Vía, muy, pero que muy de noche, está vacía. Sin metáforas. Sencillamente, no hay nadie. Sólo los ronroneos solitarios de un taxi. También una furgoneta de reparto que dibuja su estela de intermitentes, código secreto de luces para los iniciados, por el Madrid de madrugada. Rafael, el conductor del taxi, no para a hombres solos. Una aclaración innecesaria: no hay ni una sola persona en las aceras. Dice que "dan sorpresas". Las chicas son otra cosa.

Como Carolina, por ejemplo. Carolina ocupa un rincón de Villaverde desde las once de la noche hasta las siete de la mañana. "Me he a...

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La Gran Vía, muy, pero que muy de noche, está vacía. Sin metáforas. Sencillamente, no hay nadie. Sólo los ronroneos solitarios de un taxi. También una furgoneta de reparto que dibuja su estela de intermitentes, código secreto de luces para los iniciados, por el Madrid de madrugada. Rafael, el conductor del taxi, no para a hombres solos. Una aclaración innecesaria: no hay ni una sola persona en las aceras. Dice que "dan sorpresas". Las chicas son otra cosa.

Los estudios muestran que la actividad y la concentración disminuye sin luz solar
Los expertos desaconsejan dormir por la mañana, al salir de la jornada laboral

Como Carolina, por ejemplo. Carolina ocupa un rincón de Villaverde desde las once de la noche hasta las siete de la mañana. "Me he acostumbrado a los horarios por necesidad", explica, sorprendida porque se le pregunte por la más objetiva de sus condiciones laborales. Carolina, miembro de la Asociación Hetaira, dice estar muy acostumbrada a la noche, porque antes de prostituirse fue relaciones públicas de una discoteca.

En la región, hay 251.911 trabajadores con turno de madrugada y 428.000 que rotan sus turnos. Los nocturnos son cerca del 10% de todos los empleos de la región. Se distribuyen, principalmente, en tres sectores: servicios (175.318), industria (46.171) y construcción (1.635).

Todas esas cifras, según un estudio elaborado este mes por el sindicato UGT y coordinado por Marisa Rufino. Dígitos que no incluyen a Carolina ni a ninguno de los miles de trabajadores de ocio nocturno, que no cotizan.

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Por las bocacalles por las que serpentea Rafael en busca de ese paraíso del taxista que es el bar Iberia en la glorieta de Ruiz Jiménez, se ven cristaleras encendidas. Los establecimientos hosteleros y de ocio ocupan el primer puesto en la lista laboral nocturna. Tras uno de esos escaparates, el dedo de Javi parece una morcilla de Burgos. Pero roja. Se ha cortado con un afilado cuchillo jamonero. "A la una y media yo salgo de aquí echando hostias", aclara Javi señalando a los fluorescentes de su bar con el dedo ensangrentado. Según los expertos, en este caso de CC OO, la incidencia de accidentes es mayor durante la noche, "entre otras razones, por la alteración del ciclo circadiano". Esto es, la mayoría de las personas -incluido Javi, camarero del mesón El Jamonal- tiene mayor atención y actividad con la luz solar.

Pero no sólo hay iluminación a ras de suelo. Cerca de la boca de metro de Alonso Martínez, un cuarto piso tiene desconcertados a los vecinos. Allí no se duerme. Nunca se cierra la oficina. "Oooooooooooooooooooooooooooooooo...". No es una errata. Es una declaración solemne y literal de Laia Julbé, trabajadora nocturna, que un día se quedó dormida haciendo equilibrios sobre la tecla "O" de su ordenador. "Estas cosas pasan por la noche", dice Laia, que es rubia, tiene 25 años y trabaja en una agencia de noticias desde la una de la madrugada hasta las 8.30 de la mañana. "¡Vaya horario!", resume antes de contar varios episodios de sueño súbito, por ejemplo en el baño, en su oficina. Su compañera Cristina Calle, de 26 años, ratifica algunos de los efectos perjudiciales para la salud documentados en los informes de UGT y CC OO: "A veces oímos voces y vemos cosas raras, sombras". Esto, en el estudio elaborado por expertos para UGT, se llama "trastornos nerviosos relacionados con la fatiga". Ellas trabajan organizando noticias por sectores para que a primera hora los directivos de grandes empresas tengan un resumen de la actualidad en su área.

A José Luis de Castro, en cambio, no le pasan esas cosas. Tiene 44 años y es recepcionista del hotel Western Atlántico: "Una luz para las polillas nocturnas". Eso, según su propia definición. Una actividad "interminable" en dos direcciones. Por un lado, "la gente rara que se cuela en el hotel". Por otro, "la gente rara que está alojada en el hotel". Según De Castro, los clientes no se quedan quietos "en sus camitas". Piden cosas y, en ocasiones, se pasean desnudos por la recepción. A él, que asegura estar acostumbrado a vivir "patas arriba", le sorprenden "pocas cosas".

Por ejemplo, le sorprendió encontrarse una caca en el ascensor de un hotel de cinco estrellas. Pero, como dice Laia Julbé, "esas cosas pasan por la noche". De Castro, casado y con un hijo pequeño, hace el truco que recomiendan los expertos: no se duerme nada más terminar el turno. "La mañana es muy ruidosa", explica. Según los expertos, el sueño diurno es de menor calidad que el nocturno, entre otras cosas, por eso. Junto a él, Eric Urrutia comparte el turno. Urrutia se encarga "de los chorizos" y, en su opinión, es un trabajo exigente que "no da respiro".

En Tres Cantos, carretera de Colmenar mediante, tampoco tiene demasiado tiempo para descansar Olga, telefonista nocturna. Trabaja como teleoperadora para vivir. Pero lo compagina con el doblaje. Pone voces a los dibujos animados. Olga vive en un permanente jet-lag. Trabaja siete días seguidos toda la noche y descansa otra semana seguida. Para "cambiar el sueño" debe aguantar despierta hasta las ocho de la noche y después dormir "14 horas seguidas". Es lo que recomiendan los expertos en unidades del sueño. Las llamadas de información se lentifican según corre el reloj. Ya no piden taxis. Ni direcciones de restaurantes. A esas horas, la llamada estrella es la apuesta entre amigos. "Recuerdo una vez que me llamaron para preguntarme si el monstruo de las galletas era Triki o era Coco. Ganaron los que apostaron por Triki". También cuitas deportivas o memorias frágiles de películas.

Rafael, el taxista, reconoce que no suele coger a gente que esté trabajando, como él. "Lo habitual es gente que se ha liado con las copas", resume. Tanto, que recuerda varias vomitonas instaladas durante días en sus asientos de cuero. "Es lo que digo, los hombres por la noche no me gustan, porque dan sorpresas. Si no te quieren atracar, te dejan la tapicería perdida", y apostilla: "Aunque tengan buena pinta".

Braulio nunca ha intentado coger un taxi cuando sale de la obra de madrugada. En realidad, la actividad nocturna se limita casi a la vigilancia. Pero da hambre: "Cuando salgo me como una paella o judías o cosas así". Y, según los especialistas, hace bien. Las comidas deben hacerse conforme al ciclo de sueño. Laia, por ejemplo, dice que su compañero de piso "alucina" cuando la ve desayunar a las seis de la tarde. Come a las once de la noche, "picotea" algo de madrugada y cena cuando sale de trabajar, a las 7.30.

Las conclusiones de los estudios son claras: "Hay que realizar planes de prevención laboral para paliar los efectos del trabajo nocturno". Las conclusiones de los protagonistas de esta noche en vela en Madrid son claras: "Me caigo de sueño". Ya ha amanecido. Le toca el turno a los otros dos millones de trabajadores de la región. Los normales. Los que no viven en 'Australia.

Un policía municipal habla de madrugada con un conductor en Villaverde.CRISTÓBAL MANUEL

250.000 QUE VIVEN COMO EN LOS ANTÍPODAS

251.911 personas trabajan en turnos de madrugada en la región, un 10% del total de empleadosOtros 428.000 rotan sus turnosLa mayoría de los trabajadores nocturnos lo hace en el sector servicios: 175.318. Le siguen la industria, 46.171, y la construcción 1.635

PROBLEMAS DEL TRABAJO NOCTURNO

Trastornos gastrointestinalesPérdida del apetitoAlteraciones del sueñoTrastornos nerviososMayor riesgo de accidentesInsatisfacción personal

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