Columna

Pactos municipales

Dice el PP que ha realizado una encuesta en la que el 68% de los andaluces se muestra a favor de que gobierne la lista más votada. No tengo mucha fe en las encuestas, no sólo porque fallan a menudo, sino porque se pueden modelar a gusto, eso que los propios técnicos llaman la cocina. Baste recordar que en el referéndum del nuevo Estatuto votaron un 35% de ciudadanos y dos semanas después decían haber votado un 50%. No dudo de que en la muestra del PP hayan respondido de esa manera tal cantidad de encuestados. De lo que estoy seguro es de que si se formula otra pregunta habría también ot...

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Dice el PP que ha realizado una encuesta en la que el 68% de los andaluces se muestra a favor de que gobierne la lista más votada. No tengo mucha fe en las encuestas, no sólo porque fallan a menudo, sino porque se pueden modelar a gusto, eso que los propios técnicos llaman la cocina. Baste recordar que en el referéndum del nuevo Estatuto votaron un 35% de ciudadanos y dos semanas después decían haber votado un 50%. No dudo de que en la muestra del PP hayan respondido de esa manera tal cantidad de encuestados. De lo que estoy seguro es de que si se formula otra pregunta habría también otras respuestas. Por ejemplo "¿está usted de acuerdo en que haya pactos si ningún partido tiene mayoría suficiente?" seguro que el mismo porcentaje o mayor diría que sí.

La gente no está en los detalles de la política y es capaz de encontrar parte de razón en cada planteamiento. No cabe duda de que el pacto es legítimo, está previsto en la norma, ya que a los alcaldes no los eligen los ciudadanos sino los concejales. Es posible que haya que cambiar la ley, ya lo propuso hace seis años Alfonso Perales en nombre del PSOE y el PP, con mayoría absoluta, dijo que no. ¿Qué ha cambiado? Pues que la estrategia de oposición radical llevada a cabo por los dirigentes populares en los últimos años les ha llevado a no tener aliados entre los partidos políticos. El único posible es el PA, que ha entrado en una fase autodestructiva que le ha hecho perder alcaldías y concejales en tal grado que han pasado a ser insignificantes. Quisieron ser más antisocialistas que el PP y la gente, para eso, votó al PP, como se ha visto en Sevilla, donde el hundimiento andalucista casa como una pieza de puzzle con el ascenso popular.

En Almería al PP le cuesta alcanzar acuerdos con partidos locales escindidos del propio, como el Gial y el PAL, lo que aprovecha el PSOE que tiene una mayor práctica en alcanzar acuerdos. Pero mientras el PP presenta su encuesta, en San Fernando han propuesto al PA un pacto para arrebatarle la alcaldía a la lista más votada, la del PSOE, igual que hacen en Chiclana con IU y PA, mientras su candidato de El Puerto de Santa María, que fue el más votado, rechaza que los demás pacten para arrebatarle a él la alcaldía. Es decir, que con una mano se defiende una cosa y con la otra, la de firmar, se llegan a acuerdos para hacer lo contrario. Lo que hizo el olvidado Agustín Pavón en nombre de IU en Camas hace cuatro años e incluso hace más tiempo el coordinador de IU de Sevilla y alcalde en funciones de Carmona, a la que llegó gracias al PP y que ahora da por perdida.

No está mal alcanzar acuerdos si durante la campaña se dice de forma clara a los electores qué se quiere hacer y luego, cuando se formalizan, se hace de manera pública y transparente. Si se llegan a acuerdos entre fuerzas dispares o tan sólo para repartirse cargos, luego no podemos asombrarnos de que los electores no acudan a votar. No entiendo el miedo que tienen algunos dirigentes a hablar de pactos antes del día de las elecciones. Ese latiguillo "ahora no toca hablar de eso" es absurdo, porque es el momento preciso de hacerlo, justo antes de que los ciudadanos se pronuncien. Parece normal que IU y PSOE alcancen acuerdos, son fuerzas afines y si los acuerdos son claros y la actuación es leal, no trae malas consecuencias para nadie, como se ha demostrado en Sevilla.

Si lo que se quiere es el chalaneo, ahí está el ejemplo de Pacheco. Es verdad que resulta difícil sustraerse a los odios que se acumulan en muchos pueblos. La vida municipal es bastante opaca, como si la democracia tardara en llegar a los ayuntamientos. Muchos alcaldes niegan a la oposición medios, información y hasta presencia en empresas municipales. Ahí se genera una solidaridad entre los que atraviesan el desierto opositor de la que algunos no saben zafarse cuando cambia la correlación de fuerzas y tienen la oportunidad de arrebatarle la alcaldía al otrora todopoderoso gobernante, aunque para ello tengan que pactar con el enemigo. Al cabo del tiempo el ciudadano castigará con la abstención o con el voto las conductas impropias.

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