Columna

Pedro y el lobo

Siguiendo la costumbre quijotesca de darle vueltas a la esencia en lugar de valorar las miserias de nuestra existencia, en una misma semana se declara abierto el concurso de trivial que debe ponerle letra al himno nacional y se decreta el fin del boom del ladrillo, la caída de un punto en el PIB y la pérdida de 50.000 empleos en el sector. Pura esencia contra la dura existencia.

Lo de la letra del himno es pura esencia. Pero luego aparece la puta existencia, esa que existe en poder de uno en espera de tener ocasión de venderla. Tenemos las glorias y ahora andamos entretenidos ent...

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Siguiendo la costumbre quijotesca de darle vueltas a la esencia en lugar de valorar las miserias de nuestra existencia, en una misma semana se declara abierto el concurso de trivial que debe ponerle letra al himno nacional y se decreta el fin del boom del ladrillo, la caída de un punto en el PIB y la pérdida de 50.000 empleos en el sector. Pura esencia contra la dura existencia.

Lo de la letra del himno es pura esencia. Pero luego aparece la puta existencia, esa que existe en poder de uno en espera de tener ocasión de venderla. Tenemos las glorias y ahora andamos entretenidos entre el PAI y el PIB. Pura cruda diversidad. Por eso el magnífico ensayo de Joan Romero y Joaquín Azagra (País complex) sobre el no futuro valenciano se queda en pura esencia mientras aquí se masca la existencia. Tenemos himno, tenemos letra, aunque no sea oficial, y la podemos cantar en catalán, valenciano, castellano, rumano, suajili y peruano. Y, además, en plena crisis del ladrillo, tenemos la exportación de autogeneradores en el segundo o tercer puesto del comercio exterior. ¿Quién decía que emigraremos porque se acaba el territorio? ¡Señores, la existencia!

Por las calles de las ciudades de esta nuestra nación de provincias y comarcas se arrastran millonarios que ya son pobres de solemnidad. Por allí va uno que tiene un piso de 250.000 euros y ha comprado hace tres años un apartamento en la playa por 350.000 euros (hipoteca de 300 a 20 años) y tiene un crédito de 60.000 para arreglar la casa del pueblo, que puede vender a 250.000 por eso del impulso del mercado rural. ¡Oiga! Un millonario. Como garantía de pago una ferretería con un empleado mileurista.

Pero de repente dicen que llega el ladrillazo. ¿Qué pasa con el millonario? ¿Ha estallado la burbuja? ¿La han hecho estallar? El hombre primero que nada cree que la ferretería no se la van a quitar aunque haya miedo a construir, las ventas se detienen, los planes no se aprueban y los bancos han recortado el crédito. Nuestro millonario ya no lo es tanto y el patrimonio familiar está en juego. ¿Ciclo? No hay problema. Pronto montará una tienda de frutas caribeñas con cubana incluida, mientras su mujer se queda con la ferretería. ¿País complex...? Ya dice la Deutsche Bank al anunciar un 8% en la caída del precio de la vivienda que el mercado español de la vivienda living la vida loca.

El francés Clement Juglar defendió hace casi 200 años la teoría de los ciclos económicos a partir de unas constantes fijas. Pero Schumpeter (1935) ya empezó a poner orden al reconocer que en los ciclos influyen otras fluctuaciones imprevisibles. ¿Quién iba a decir que unos mandados de Bruselas y Madrid o los precios de los vuelos baratos a Marruecos o Croacia arruinarían la costa alicantina? Pues esas variables inciden, pero no tanto como con la sensación de pánico creada con tanta amargura política. Le han puesto el miedo en el cuerpo al inversor y desde quien tenía un crédito hasta quienes han ganado dinero a espuertas han optado por Tarragona, Huelva, Marruecos, Hungría o Rumanía. Vas por las calles de estos países y fijo encuentras dos de Benaguasil y uno de Ontinyent. Ahora hay que esperar el nuevo color de la sandía.

Pero esto limpia y da esplendor, como los himnos. Van a caer como moscas. Unos, ya se sabe: a Hungría. Y otros a los autogeneradores, mientras rumanos y magrebíes ponen los sueldos a nivel de Sudán. Pero no pasa nada. Para Navidad estamos otra vez a la faena. Este momentazo crea el llamado efecto pobreza, porque dejará en el aire mucho paro y mucho PAI que no merecía ni las siglas, pero permitirá la acumulación de riquezas, como en 1991. El nuevo frutero podrá vender el piso de la playa en un trimestre. Sólo que perdiendo gran parte del dinero que iba a ganar, que ya es mucho más de lo que soñaba. El derrotismo de la izquierda con el lobo siempre tiene estas consecuencias perplejas: ha hecho más ricos a los que ya tenían dinero. ¿En qué lo emplearán?

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