Las secuelas políticas del 27-M

Madrid: 20 años de fracasos

El PSOE ha perdido las últimas cinco elecciones locales y autonómicas

El PSOE no levanta cabeza en Madrid. La capital de España es un granero de votos para el PP y un pozo de frustraciones para los socialistas desde hace casi dos décadas. En el Ayuntamiento, el PSOE fue desalojado del gobierno por una moción de censura en 1989, y las urnas nunca volvieron a devolverle el bastón de mando; en el Gobierno autónomo, los socialistas lograron el último triunfo en 1991 -aunque ya con menos votos que los populares- y sufrieron un descalabro en 1995, con un Joaquín Leguina que en sus últimas elecciones fue barrido por Alberto Ruiz-Gallardón.

La Federación Socialis...

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El PSOE no levanta cabeza en Madrid. La capital de España es un granero de votos para el PP y un pozo de frustraciones para los socialistas desde hace casi dos décadas. En el Ayuntamiento, el PSOE fue desalojado del gobierno por una moción de censura en 1989, y las urnas nunca volvieron a devolverle el bastón de mando; en el Gobierno autónomo, los socialistas lograron el último triunfo en 1991 -aunque ya con menos votos que los populares- y sufrieron un descalabro en 1995, con un Joaquín Leguina que en sus últimas elecciones fue barrido por Alberto Ruiz-Gallardón.

La Federación Socialista Madrileña -ahora Partido Socialista de Madrid (PSM)- ha vivido durante años al margen de la dirección federal. Las distintas familias del partido se lo guisaban y se lo comían, se repartían los puestos en las candidaturas, se cocinaban las campañas electorales y digerían las victorias o las derrotas. Todo era cosa de dos (bandos): los acostistas -liderados por José Acosta, versión madrileña del guerrismo- y los renovadores -dirigidos por Leguina-.

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Entre ambos se harían un hueco a partir de 1994 los "renovadores por la base", un grupo encabezado por José Luis Balbás que pactó indistintamente con unos y con otros y que, aunque nunca fue mayoritario en la organización, se convirtió en clave en dos episodios trascendentales: apoyó a José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general del PSOE -en un congreso que éste ganó por nueve votos- y acogió en su seno a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, los tránsfugas que impidieron un gobierno autónomo PSOE-IU en 2003.

La división entre familias pareció quedar aparcada por un instante, tras la elección en 2000 de Rafael Simancas como secretario regional: propuesto por los guerristas, fue apoyado por los renovadores y se ha mantenido fiel a Zapatero.

En las urnas, el PSM ha tenido un solo momento glorioso: en 1983, al rebufo de la victoria de Felipe González en las generales, el profesor Enrique Tierno Galván superó los 800.000 votos en la capital -hoy, con mucha más población, no llegan al medio millón los votantes socialistas- y Joaquín Leguina se convirtió en presidente regional con el 50,7% de los votos. Juan Barranco aún mantuvo la alcaldía, pero después empezaron las derrotas y la remontada ha sido imposible. En la Comunidad lo intentaron Cristina Almeida y Rafael Simancas. En el Ayuntamiento, Fernando Morán, Trinidad Jiménez y Miguel Sebastián, los dos últimos, apuestas personales de Zapatero. Todos fracasaron. Estos días anuncian que van a averiguar por qué.

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