MIRADOR

Todo sigue casi igual

Un estadounidense volverá a ocupar la presidencia del Banco Mundial. Bush anunció ayer el nombre de Bob Zoellick para suceder a Paul Wolfowitz, obligado a dimitir por favoritismo con su pareja. No habrá pues ni transparencia ni consenso previo, como propusieron voces desde fuera y dentro del banco. La Casa Blanca se ha valido del pacto no escrito por el que el Banco Mundial debe estar en manos de un estadounidense y el FMI en las de un europeo. Funciona así desde el nacimiento de ambos hace más de 60 años, pero debería ser revisado.

En esta ocasión, Bush ha tenido un poco más de delicad...

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Un estadounidense volverá a ocupar la presidencia del Banco Mundial. Bush anunció ayer el nombre de Bob Zoellick para suceder a Paul Wolfowitz, obligado a dimitir por favoritismo con su pareja. No habrá pues ni transparencia ni consenso previo, como propusieron voces desde fuera y dentro del banco. La Casa Blanca se ha valido del pacto no escrito por el que el Banco Mundial debe estar en manos de un estadounidense y el FMI en las de un europeo. Funciona así desde el nacimiento de ambos hace más de 60 años, pero debería ser revisado.

En esta ocasión, Bush ha tenido un poco más de delicadeza que cuando Wolfowitz, al tantear a algunos Gobiernos europeos sobre Zoellick. Éste ciertamente no es una figura tan conflictiva como aquél. No es estrictamente un neocon, pero estuvo siempre en el círculo de asesores de la familia Bush y defendió desde el primer instante la ocupación de Irak. Sin embargo, es un político pragmático y que busca consensos, a diferencia de Wolfowitz, pero con un carácter tan áspero como éste. Que se lo pregunten al comisario europeo de Comercio, el británico Peter Mandelson, con quien se las tuvo muy tiesas durante el litigio entre Airbus y Boeing cuando él era el representante de Comercio de EE UU. Tiene una mejor tarjeta de presentación que su antecesor. Es un todoterreno, con experiencia no sólo en política comercial, sino también en la diplomacia: trabajó con Jim Backer en la Secretaría de Estado y fue número dos de Condy Rice antes de pasarse a la actividad privada como vicepresidente de Goldman Sachs. Pero por buenas que sean sus credenciales, Zoellick es un hombre demasiado ligado a Bush y al fracaso de la política exterior de la Casa Blanca

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