Crónica:Formula 1 | Gran Premio de Mónaco

Vencedor Alonso, irreductible Hamilton

El español se reencuentra con el triunfo e iguala a puntos en el Mundial de F-1 con el inglés, segundo en Montecarlo

Hay circuitos, como Montreal o Indianápolis, escenarios de las dos próximas carreras, en que la ventaja es para los coches, y es en Canadá y en Estados Unidos donde Ferrari aspira a recortar diferencias con McLaren. Hay trazados, por contra, en los que se impone el pilotaje, y ninguno resulta tan determinante como Montecarlo. Así que, relegado Raikkonen, un conductor excelente que no tiene ningún interés en la puesta a punto del bólido, el único litigio que se planteaba en Mónaco era entre Alonso y Hamilton, el bicampeón del mundo contra el mejor novato de la historia, los dos miembros del mis...

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Hay circuitos, como Montreal o Indianápolis, escenarios de las dos próximas carreras, en que la ventaja es para los coches, y es en Canadá y en Estados Unidos donde Ferrari aspira a recortar diferencias con McLaren. Hay trazados, por contra, en los que se impone el pilotaje, y ninguno resulta tan determinante como Montecarlo. Así que, relegado Raikkonen, un conductor excelente que no tiene ningún interés en la puesta a punto del bólido, el único litigio que se planteaba en Mónaco era entre Alonso y Hamilton, el bicampeón del mundo contra el mejor novato de la historia, los dos miembros del mismo equipo, las flechas plateadas.

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Triunfó el español porque se había ganado la pole-position en una situación de máxima exigencia, y el inglés respetó el orden de salida: Hamilton se tiró hacia Massa para bloquear al brasileño, tercero en la parrilla, y Alonso partió como un tiro hacia la meta. La carrera quedó a expensas simplemente de las paradas en boxes, terreno suficiente en cualquier caso para calibrar la competitividad de los aspirantes al triunfo. Hamilton evidenció entonces que las concesiones se habían acabado cuando el semáforo se puso verde. El británico porfió por la victoria y, una vez batido, se remitió a los talleres para explicar por qué se había rendido. No entendía Hamilton por qué había parado tres vueltas después de que se detuviera Alonso cuando habían acordado que serían seis.

Nadie más que Hamilton discutió el triunfo de Alonso, ni que fuera veladamente, síntoma del carácter ganador del inglés por más que todavía no se haya apuntado una carrera. Tampoco hubo piloto más feliz en el circo que el español, de nuevo vencedor y otra vez en la cabeza del campeonato. Extremadamente fiable, cada vez mejor y más experto, a Alonso le convenía un golpe de autoridad después de tres pruebas sin cantar victoria.

La jerarquía de Alonso no rebajó de todas maneras la ambición de Hamilton, para suerte de Ron Dennis, un patrón que disfruta con los duelos que se plantean en su propio equipo. Al jefe de McLaren seguro que ya le ha venido a la cabeza el pleito que Senna y Prost mantuvieron en 1988 y 1989.

Retirado Schumacher, a Alonso sólo se le puede combatir desde la misma escudería y con un piloto que tenga la misma voracidad.

Fernando Alonso y Lewis Hamilton, ayer en el podio de Mónaco.REUTERS

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