Elecciones 27M

Cantarán victoria

Vemos a los partidos inmersos en la campaña electoral para las municipales y autonómicas, instalados en el antagonismo, marcando las diferencias, lanzando sus dardos sobre la corrupción... siempre ajena a las propias filas, que sólo afecta a los competidores. Estamos abrumados por declaraciones y contradeclaraciones, por los mítines de los candidatos, por los debates, por las informaciones invasivas de la prensa, la radio y la televisión. Aparecen los líderes nacionales o autonómicos para robar el plano e imponer su propia partitura, desviada por completo de las cuestiones a sustanciar. Volvem...

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Vemos a los partidos inmersos en la campaña electoral para las municipales y autonómicas, instalados en el antagonismo, marcando las diferencias, lanzando sus dardos sobre la corrupción... siempre ajena a las propias filas, que sólo afecta a los competidores. Estamos abrumados por declaraciones y contradeclaraciones, por los mítines de los candidatos, por los debates, por las informaciones invasivas de la prensa, la radio y la televisión. Aparecen los líderes nacionales o autonómicos para robar el plano e imponer su propia partitura, desviada por completo de las cuestiones a sustanciar. Volvemos a la tamborrada de los batasunos y afines asimilables, erigidos en protagonistas permanentes sin incurrir en costes de propaganda. Se aproxima el momento culminante, el de la comparecencia tras los resultados. Será como siempre un momento de extrema comunión en la victoria que todos cantarán a voces.

La continuidad prevalecerá sobre el cambio. Los cambios presentarán alternativas, según comunidades y capitales significativas. Además, cada partido buscará el término de comparación que mejor le favorezca. Algunos se remontarán a los anteriores comicios de igual signo, de hace cuatro años. Otros, preferirán el contraste con las generales de marzo de 2004. Se argumentará con la participación electoral, se harán proyecciones sobre las legislativas previstas en 2008. En Madrid, la competencia a dirimir es sobre todo entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. La primera pretende que sus resultados en la ciudad superen a los que pueda obtener en su reválida el actual alcalde, quien está empeñado en exhibir una votación capaz de catapultarle como número dos de la lista de Rajoy para el Congreso de los Diputados. En Valencia, nada desearía más el portavoz parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, que la erosión de quien le sucedió como presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Luego, queda el cambio de signo en Vigo y lo que pueda pasar en Canarias, en Baleares y en Navarra. Y por supuesto Lugo, que si se presta será exaltada por José Blanco.

Entre tanto, seguiremos asistiendo a la representación de La divina comedia de Dante, que se alternará con La comedia humana de Balzac. La primera, por la disposición del paraíso y del infierno en sucesivos círculos. Los mismos que se suceden en el plano de la información. Sabemos por la física cuántica que el intento de medir una magnitud la altera. También sucede en periodismo, donde ningún hecho permanece igual a sí mismo después de haber sido difundido como noticia. Una característica esencial en la vida en sociedad es la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica. Por eso se acuñó el adagio Roma veduta fede perduta. Porque una cosa es acudir fervoroso en peregrinación videre Petrum y otra establecerse allí para observar los abusos y debilidades de la Curia tan propensa a los placeres terrenales. Por eso, es Bruselas el principal y más numeroso campamento de los euroescépticos. Por eso, el rey Juan Carlos se negó a recuperar la corte de que se rodearon sus antecesores. Una corte que, como retrata el filme Maria Antonieta, se convierte indefectiblemente en el vivero de la maledicencia que, eso sí, los llamados a tal cercanía se reservaban para su particular disfrute porque les hacía sentirse en el privilegio de estar en la pomada, por decirlo con la jerga de ahora.

En breve, si la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica desapareciera y se diera paso a la transparencia absoluta, la situación se haría invivible. El régimen del panóptico de Jeremy Bentham es la máxima tortura. Pero si esa distancia se multiplicara se instauraría el oscurantismo y la opresión. En todo caso, los asuntos públicos deben sustanciarse a la luz del día, sin que puedan sustraerse del juicio de la ciudadanía mediante invocaciones a la vida privada, que discurre en otro circuito merecedor de reserva. Así lo prescribe la acreditada doctrina Gallardón, según la cual, quienes están en la función pública deben ser escrutados con mayor severidad. De Balzac, hablaremos el próximo día. Atentos.

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