Cartas al director

Oposiciones y valores educativos

El sistema de oposiciones vigente se ha transformado en un ritual bianual para miles de egresados universitarios que anhelan acceder al cuerpo docente de funcionarios. Este año toca.

Pero, me gustaría advertir ciertas contrariedades obvias que se manifiestan entre dicho ritual y los valores educativos del momento. Considerando y asumiendo que una oposición es un concurso de máxima competencia entre los interesados, cabe preguntarse cómo es posible que exista tan abismal contradicción entre los valores competitivos que subyacen en un concurso de selección de este tipo y la filosofía educ...

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El sistema de oposiciones vigente se ha transformado en un ritual bianual para miles de egresados universitarios que anhelan acceder al cuerpo docente de funcionarios. Este año toca.

Pero, me gustaría advertir ciertas contrariedades obvias que se manifiestan entre dicho ritual y los valores educativos del momento. Considerando y asumiendo que una oposición es un concurso de máxima competencia entre los interesados, cabe preguntarse cómo es posible que exista tan abismal contradicción entre los valores competitivos que subyacen en un concurso de selección de este tipo y la filosofía educativa actual de cooperación, no competitividad, inclusión, compañerismo, equidad, etcétera, que se pretende fomentar en las aulas.

La realidad es que vivimos en una sociedad competitiva e intolerante en la que se archivalora el éxito académico, el rendimiento, la capacidad de competir, lo que influye a su vez en todo el sistema educativo. Y como colofón a este eje competitividad-éxito, el sistema convoca unos seudoexámenes que sólo sirven para operar los filtros pertinentes, donde la competición se eleva a su máximo exponente.

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Así pues, no parece posible plantearse que la educación vaya a mejorar en la profusión y dignificación de estos bienintencionados valores de reconciliación y mutualidad, porque, desde el inicio hasta el fin de la formación del profesorado, aquel que debe transmitir y dar ejemplo de los valores altruistas mencionados, han estado o están insertos en una carrera psicológica y académica de máximo estrés competitivo, huella esta, que dejará señal en los futuros educadores en su concepto y forma de enseñanza.

En fin, que una educación de carácter acompetitiva, como con la que se desea formar a los jóvenes ciudadanos, es incongruente con el fenómeno socioacadémico de la competitividad, forma de vida esta impuesta por la estructura y funcionalidad del sistema socioeconómico en el cual nos ubicamos. A no ser, claro, que este mismo sistema promueva mediante su "currículo oculto" seguir reproduciendo lo actual.

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