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Pros y contras

La crispación es una industria. Quien desee comenzar el día con una buena dosis de leña antigubernamental sabe qué programas de radio debe escuchar y a qué articulistas leer. En estos casos, la corriente de bilis que te arrastra puede proporcionarte un subidón de indignación o de incredulidad ante la mezcla de información, opinión, infundios, insultos y delirios. Si no controlas las dosis, acabas convirtiéndote, desde la discrepancia o la adhesión, en un adicto.

Como buena industria, la crispación ofrece multitud de subproductos que desarrollan lo que la corriente general sólo apunta. E...

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La crispación es una industria. Quien desee comenzar el día con una buena dosis de leña antigubernamental sabe qué programas de radio debe escuchar y a qué articulistas leer. En estos casos, la corriente de bilis que te arrastra puede proporcionarte un subidón de indignación o de incredulidad ante la mezcla de información, opinión, infundios, insultos y delirios. Si no controlas las dosis, acabas convirtiéndote, desde la discrepancia o la adhesión, en un adicto.

Como buena industria, la crispación ofrece multitud de subproductos que desarrollan lo que la corriente general sólo apunta. En una democracia solvente, la crispación es un recurso más indecente que ilegal. Precisamente por eso se nota que España está bastante lejos del rigor que, en aplicación de leyes rigurosas y no de decretos tragicómicos aprobados a voces por simétricas y maleducadas bancadas, debería regular la expansión viral de la mentira y no emparentarla con la sana diversidad de opiniones.

Según la tradición, la oposición tiende a crispar más que los que mandan, y eso también se nota en el expansivo mundo de los blogs políticos, donde el PP y sus simpatizantes ocupan un espacio considerable en el que se mezclan distintos niveles de críticas legítimas y documentadas con formas varias de proselitismo faltón o reactivo.

Para los que estamos tan hartos del optimismo gubernamental como de su réplica catastrofista opositora, viajar a este mundo constituye una decepción y nos descubre una literatura que no renuncia al sarcasmo sutil pero en la que destaca la intransigencia ruidosa. En la red, me tropiezo con una concurrida gran superficie antigubernamental. Se llama blogsprorajoy y me sorprende que la mayoría de los textos consultados hablen más (y mal) de Zapatero que (bien) del líder del PP.

Otra ciberrotonda, más explícita, se denomina La blogosfera Antizp, y ofrece gran variedad de registros despotricadores acordes con su enunciado, e incluso un link que llama a boicotear a PRISA, otra seña de identidad de la crispación. En uno de esos territorios, se lee el siguiente anuncio: "Información y opinión en la red como nunca antes la has visto".

Es un anzuelo que enfatiza para excitar la curiosidad del navegante. Muchas industrias han recurrido a este truco, aunque la experiencia nos demuestra que lo nunca visto no siempre merece ser observado, ya que, en ocasiones, no hay nada que ver.

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