Reportaje:

Narciso, autor del Madrid romántico

Una exposición recobra en el Conde Duque la obra del arquitecto Pascual y Colomer

La figura de Narciso Pascual y Colomer, arquitecto casi olvidado pero decisivo en la creación arquitectónica del Madrid romántico, acaba de ser recobrada en la sala de bóvedas del Cuartel del Conde Duque. Una exposición monográfica recuerda que a él le debemos el palacio de las Cortes, en la carrera de San Jerónimo; el palacete del Marqués de Salamanca, pionero de los del eje Recoletos-Castellana; la Universidad de San Bernardo; la ordenación de la plaza de Oriente, y la reforma de la iglesia de San Jerónimo el Real, entre otras obras monumentales.

Pascual y Colomer había nacido en Madr...

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La figura de Narciso Pascual y Colomer, arquitecto casi olvidado pero decisivo en la creación arquitectónica del Madrid romántico, acaba de ser recobrada en la sala de bóvedas del Cuartel del Conde Duque. Una exposición monográfica recuerda que a él le debemos el palacio de las Cortes, en la carrera de San Jerónimo; el palacete del Marqués de Salamanca, pionero de los del eje Recoletos-Castellana; la Universidad de San Bernardo; la ordenación de la plaza de Oriente, y la reforma de la iglesia de San Jerónimo el Real, entre otras obras monumentales.

Pascual y Colomer había nacido en Madrid en 1808 y su vida, hasta su fallecimiento en Lisboa en 1870, fue una entrega incansable a la tarea de vertebrar Madrid, ciudad que había quedado prensada por una cerca fiscal y sanitaria desde el reinado de Felipe IV, en 1625. Pascual y Colomer fue el artífice del primer despliegue arquitectónico, que coincidió con el reinado de Isabel II, destronada por la revolución en 1868.

La vida de Pascual y Colomer fue una entrega incansable para vertebrar Madrid
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El alarife se había formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando -era hijo de uno de sus conserjes-, expendedora entonces de la titularidad de los arquitectos. A diferencia de promociones anteriores, no amplió sus estudios en Roma, loada por los amantes del neoclasicismo, sino en París y Londres, entre 1836 y 1838. Allí se impregnó de una sensibilidad nueva, romántica, que incluía el contacto de urbanismo y naturaleza a través de la jardinería y el paisajismo. Vibraría también con las pulsiones creativas que revolucionaban la metalurgia, el vidrio y la construcción.

Ya de regreso en 1838, integró aquellos saberes. Luego de trazar una sacramental, el cementerio de San Luis, en la carretera de Francia, creó una fundición propia que le sirvió para experimentar nuevas técnicas ornamentales. Con el discurrir del tiempo crearía una Escuela de Jardinería para los Reales Sitios en el Campo del Moro, primero, y en la Casa de Campo, después, como Arquitecto Mayor de Palacio desde 1844.

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Pascual y Colomer ganó el concurso de proyectos para erigir el palacio de las Cortes. No se trataba sólo de construir un edificio singular, sino más bien de dar expresión monumental a una nueva manera de crear sociedad y política en la vida pública española tras el asfixiante absolutismo de Fernando VII: la democracia. Para ello, la burguesía en auge hallaría en el estilo elegante y erudito de Pascual y Colomer su más refinado exponente, y se serviría de los solares desamortizados de la Iglesia para aplicar sus proyectos. Así, Pascual y Colomer erigiría el palacio parlamentario sobre la antigua iglesia del Espíritu Santo, en la carrera de San Jerónimo. Era la única sede asamblearia del mundo desnivelada hasta seis metros entre ambos extremos de su fachada, desnivel que corrigió con maestría.

El arquitecto depuró los obstáculos y construyó en las Cortes un palacio con sabor renacentista; lo asentó sobre un almohadillado, brugnato, "graduado ascendentemente con aparejos cada vez más leves", explica el arquitecto y catedrático de Dibujo en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, Javier García-Gutiérrez Mosteiro, comisario de la exposición. Para impregnar el palacio de clasicismo democrático a la griega, colocó delante un pórtico columnado, rematado con un frontón obra de Ponciano Ponzano. El resultado fue un soberbio diálogo del monumental edificio con la iglesia de Los Jerónimos -reformada por él con dos torres en su ábside-, pionera de las sedes de las Cortes de Castilla desde el arranque del siglo XVI. Para la Universidad de San Bernardo ideó un bellísimo paraninfo. Alineó la Armería y la plaza de Oriente, descoyuntada por José Bonaparte. Con el palacio del Marqués de Salamanca, conseguiría el canon de los palacetes que surgirían luego en la Castellana. En todas sus obras, Pascual y Colomer dejó la impronta de su sabiduría, con un dominio pleno de estilos y atento siempre a innovaciones que asumía con armoniosa frescura. Él fue la bisagra de un linaje de arquitectos iniciado con Juan de Villanueva de cuyo legatario, Custodio Moreno, sería heredero Narciso, a su vez, maestro del marqués de Cubas.

Narciso Pascual y Colomer, arquitecto del Madrid isabelino. De 10.30 a 21.00, de martes a sábado, y de 11.00 a 14.30, domingos y festivos. Conde Duque, 9.

Palacio de las Cortes con San Jerónimo en plena reforma. Foto de Charles Clifford en 1853.MUSEO MUNICIPAL

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