Crítica:

Sospechas de otra vida

De alguna manera, Juan Aparicio-Belmonte (Londres, 1971) participa de esa extensa tradición metaficcional de la literatura española. La larga sombra de El Quijote planea más de lo que muchos podrían imaginar. Por el hecho de utilizar estrategias metaliterarias, se cernieron dudas sobre muchas novelas españolas contemporáneas. Ahora mismo me viene a la memoria la mención que hace de ello el profesor Francisco G. Orejas en su tesis doctoral La metaficción en la novela española contemporánea (Arco/Libros, 2003), refiriéndose a Lo peor de todo, de Ray Loriga. No pocos c...

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De alguna manera, Juan Aparicio-Belmonte (Londres, 1971) participa de esa extensa tradición metaficcional de la literatura española. La larga sombra de El Quijote planea más de lo que muchos podrían imaginar. Por el hecho de utilizar estrategias metaliterarias, se cernieron dudas sobre muchas novelas españolas contemporáneas. Ahora mismo me viene a la memoria la mención que hace de ello el profesor Francisco G. Orejas en su tesis doctoral La metaficción en la novela española contemporánea (Arco/Libros, 2003), refiriéndose a Lo peor de todo, de Ray Loriga. No pocos colegas, por el sólo hecho de hacer Loriga que su historia incluyera algún elemento de autoconciencia narrativa, deslegitimaron su condición novelística. Le podría ocurrir lo mismo al autor de El disparatado círculo de los pájaros borrachos, novela con la que Juan Aparicio-Belmonte se alzó con el XII Premio Lengua de Trapo de Novela.

EL DISPARATADO CÍRCULO DE LOS PÁJAROS BORRACHOS

Juan Aparicio-Belmonte

Lengua de Trapo. Madrid, 2007

254 páginas. 18,50 euros

El disparatado círculo es una novela. Participa de la exaltación de la imaginación, y se nutre de un proyecto compositivo claro, aunque éste sea el habitual en textos de ficción con vocación de introducir al lector en su misma sala de máquinas. Hay en el libro un crimen y una investigación dirigida a encontrar al culpable. Pero resulta que las sospechas recaen en un escritor, a su vez ex novio de la inspectora que investiga el delito. El escritor a su vez ha ideado una detective que crea problemas a su ex pareja, porque sus colegas, los de la inspectora, creen ver en la detective de ficción a la de verdad. Y si en el medio encontramos a un editor (que se pasa el día pegando ingentes sablazos para reflotar su maltrecha economía empresarial), una lectora que hace informes muy exigentes (y que de paso también es eliminada), tenemos entonces un libro muy movidito.

El juego literario que nos propone Aparicio-Belmonte está bien logrado. Incluso es ingeniosa la participación en la novela de una instancia crítica, como si el autor quisiera ahorrarnos algunas observaciones, como es que sólo las chicas (y algún eunuco, que también lo hay) narran en segunda persona. De factura técnica irreprochable, El disparatado círculo

... logra arrancarnos algunas sonrisas. Pero a la novela le falta vuelo artístico, empecinada como está en mostrarse tan brillantemente autosuficiente. Queda una cuestión: la sátira social a la que alude la contraportada. Esta novela cumple con algunas de las condiciones de la sátira. Sobre todo con la burlesca y la lúdica. Parece que la moralizante se la deja en el tintero. Ahora bien, los que comulguen con la teoría según la cual la España de las autonomías es una España de reinos de taifas y los nacionalismos periféricos una sarta de gorrones quejitas, encontrarán en esta novela alguna satirización muy de su gusto.

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