ANÁLISIS | NACIONAL

Memoria selectiva

LA NEGATIVA DEL PP impidió esta semana que el Congreso aprobara una declaración institucional -era necesaria la unanimidad de los grupos parlamentarios- para condenar la invasión de Irak desencadenada en marzo de 2003 sin la autorización del Consejo de Seguridad y con el falso pretexto de que el régimen de Sadam Husein disponía de almacenes de armas de destrucción masiva. Esa iniciativa ha cedido el paso a una proposición no de ley suscrita por todos los grupos de la Cámara con excepción del popular; la guerra de Irak fue una agresión unilateral, ilegal, inmoral e injusta de catastróficas cons...

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LA NEGATIVA DEL PP impidió esta semana que el Congreso aprobara una declaración institucional -era necesaria la unanimidad de los grupos parlamentarios- para condenar la invasión de Irak desencadenada en marzo de 2003 sin la autorización del Consejo de Seguridad y con el falso pretexto de que el régimen de Sadam Husein disponía de almacenes de armas de destrucción masiva. Esa iniciativa ha cedido el paso a una proposición no de ley suscrita por todos los grupos de la Cámara con excepción del popular; la guerra de Irak fue una agresión unilateral, ilegal, inmoral e injusta de catastróficas consecuencias: centenares de miles de muertos, la desestabilización de la región, el estallido de un sangriento conflicto civil étnico-religioso y la conversión del país en un campo de entrenamiento para el terrorismo yihadista del mundo entero. Las torturas de Abu Ghraib contradicen los valores en cuyo nombre se justificó la invasión.

Comienzan a aflorar las críticas dentro del PP sobre el viaje de Aznar a las Azores para fotografiarse con Bush y Blair a cambio de suscribir el ultimátum que sirvió como pretexto para la invasión de Irak

La pasmada sorpresa del PP ante las manifestaciones celebradas no sólo en España, sino en muchos otros países, con motivo de ese luctuoso aniversario es propia de la memoria selectiva de los partidos, siempre dispuestos a negar las realidades molestas para sus movimientos tácticos o perjudiciales para sus intereses. "A nosotros nos interesa el presente y el futuro, no el pasado", sentenció Acebes ante los periodistas. Sin embargo, la idea según la cual Irak sería agua pasada por la que el PP habría pagado ya -Zaplana dixit- sus responsabilidades políticas queda diariamente desmentida por las televisiones, las radios y los periódicos del mundo entero, que abren sus espacios informativos con noticias "de terrible actualidad" -ha escrito Felipe González- sobre las consecuencias de la guerra: ese Oriente Próximo que la invasión de Irak teóricamente tenía que pacificar mediante la implantación en toda la zona de democracias jeffersonianas es hoy un área de altísimo riesgo.

El pasado lunes, el PP fue despertado de su dulce sueño por las declaraciones de Juan Ignacio del Burgo, un diputado de la línea dura del Grupo Popular que se ha deslomado -primero, en la comisión de investigación parlamentaria del 11-M; luego, desde su escaño, y finalmente, con su libro Demasiadas preguntas sin respuesta- para sostener el ruinoso edificio de la teoría de la conspiración y de la participación de ETA en el atentado de Atocha. Acebes y Zaplana saltaron como tigres sobre el congresista por haberse atrevido a afirmar que el viaje de Aznar a las Azores había sido un error y por invitar a sus compañeros a la autocrítica; hasta el carné de partido del diputado navarro de UPN -las siglas obligadas de las candidaturas electorales del PP en esa circunscripción- fue utilizado como argumento ad hominem para descalificar sus críticas y su derecho a opinar. El diputado por Madrid Jesús López-Medel, que tuvo el valor de expresar su disconformidad con la guerra de Irak en 2003, ha salido otra vez a la palestra para repetir que "el apoyo político" dado por España fue una equivocación. Finalmente, el juez Garzón invita a profundizar sobre "la eventual responsabilidad penal" de los responsables políticos de la guerra de Irak y la existencia de "indicios bastantes" para exigirla: si el resultado de esa problemática encuesta fuese positivo, el ex presidente Aznar, que viajó a las Azores para realizar el sueño infantil de fotografiarse con los grandes del mundo y compartir su gloria, figuraría en la lista.

Hasta que los populares no sometan a reflexión crítica las decisiones sobre política internacional adoptadas durante el mandato de Aznar, no podrán afrontar de manera racional y realista las consecuencias producidas por la aventura iraquí. Aunque el PP trate de equiparar las misiones militares españolas en Afganistán o Líbano, por un lado, y el envío a Irak en 2003 de las tropas retiradas por Zapatero en 2004, por el otro, invocando para ello la resolución 1546 del Consejo de Seguridad de 8 de junio de 2004, que legalizó desde esa fecha en adelante el hecho consumado de la ocupación de Irak, es innegable que la invasión para derribar a Sadam Husein se inició sin haber logrado la autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

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