La "estalinista crueldad" del secretario del Tesoro

Según los cálculos de Gordon Brown, una familia británica con dos hijos que gane el equivalente a 40.000 euros anuales se ahorrará 735 euros en el próximo ejercicio fiscal. Brown sabe muy bien a quién se dirigía al presentar ayer su último presupuesto: se dirigía a la clase media británica, quizá la que más ha perdido en los 10 años de Gobierno laborista y con él mismo llevando las cuentas nacionales. Aunque el dinero se ha podido aprovechar mejor o peor, Brown siempre ha pensado en los pobres al cuadrar sus 11 presupuestos como canciller del Exchequer. Y, por encima de todo, siempre ha hecho ...

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Según los cálculos de Gordon Brown, una familia británica con dos hijos que gane el equivalente a 40.000 euros anuales se ahorrará 735 euros en el próximo ejercicio fiscal. Brown sabe muy bien a quién se dirigía al presentar ayer su último presupuesto: se dirigía a la clase media británica, quizá la que más ha perdido en los 10 años de Gobierno laborista y con él mismo llevando las cuentas nacionales. Aunque el dinero se ha podido aprovechar mejor o peor, Brown siempre ha pensado en los pobres al cuadrar sus 11 presupuestos como canciller del Exchequer. Y, por encima de todo, siempre ha hecho lo posible para que los ricos sigan ganando dinero y enriqueciendo al mismo tiempo al conjunto del país.

Se dirigía también a los diputados laboristas, que le jalearon como pocas veces cuando soltó la bomba política de la reforma fiscal, que dejó el tipo medio del IRPF "en el nivel más bajo de los últimos 75 años". Brown, de excelente buen humor a pesar de que las últimas encuestas dejan a los laboristas a 15 puntos de los conservadores si él encabeza las listas, pareció reírse del alto funcionario que esta misma semana le ha definido como "un cruel estalinista" al referirse a "mis compañeros" para rectificar irónicamente: "Quizá debería decir mis camaradas". Pareció guardarse la crueldad para David Cameron.

El canciller dejó muy claro que piensa ya como primer ministro, reduciendo aún más las escasas posibilidades de que el joven David Miliband acabe haciendo caso a los blairistas que le presionan para que opte al liderazgo laborista. Miliband, al que sus amigos definen como un corredor de fondo y no como un sprinter, prefiere dejar que las cosas maduren, aun a riesgo de que le pase como a Brown en 1994: no quiso retar dos años antes a John Smith para liderar el partido y a la hora de la verdad fue Tony Blair quien se llevó el gato al agua.

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