Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

La muralla china

Gerardo Turiel, letrado de José Emilio Suárez Trashorras, acusado de ser el cooperador necesario en la matanza del 11-M, no perdió ayer el tiempo y centró, durante su turno de preguntas, lo que es su estrategia de defensa: el ex minero asturiano actuó en relación con Jamal Ahmidan, El Chino, por cuenta del inspector de la brigada de estupefacientes de Avilés, Manuel García Rodríguez. Como para que no hubiese dudas sobre la familiaridad entre su cliente y el policía, el letrado se refirió a éste por su alias: Manolón.

Trashorras explicó que tras la reunión celebrada en el McDonald...

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Gerardo Turiel, letrado de José Emilio Suárez Trashorras, acusado de ser el cooperador necesario en la matanza del 11-M, no perdió ayer el tiempo y centró, durante su turno de preguntas, lo que es su estrategia de defensa: el ex minero asturiano actuó en relación con Jamal Ahmidan, El Chino, por cuenta del inspector de la brigada de estupefacientes de Avilés, Manuel García Rodríguez. Como para que no hubiese dudas sobre la familiaridad entre su cliente y el policía, el letrado se refirió a éste por su alias: Manolón.

Trashorras explicó que tras la reunión celebrada en el McDonald's de Carabanchel, en octubre, en la que estuvieron presentes El Chino, Rachid Aglif y Rafá Zouhier, informó a Manolón inmediatamente, como era su norma, de que le habían preguntado si podía suministrarles explosivos, para atracar, al parecer, "joyerías y furgones". Según aseguró, hubo una reunión en el mes de noviembre, en Avilés, con la policía, en la cual ya no se habló de drogas, tema al que estaba abocado Trashorras en su calidad de confidente, sino de explosivos. "Allí no se habló de hachís. Sólo hablamos de explosivos", enfatizó el acusado.

También recordó que él ofreció a Manolón ir en un coche como lanzadera para detener a El Chino por su participación en el tráfico de hachís.

Por supuesto, estas coartadas ya están en la instrucción sumarial. Trashorras y su supervisor, Manolón, han declarado y ha habido un careo entre ambos. Parece evidente que Trashorras creía tener patente de corso para actuar como capo de mafia. Pero quizá no pueda excluirse una gota de verdad en un mar de mentiras. A saber: que sí transmitió datos y un documento falso de El Chino, informaciones sobre hachís, y que la policía de Avilés sólo demostró interés en esta operación como actividad de estupefacientes. Una vez que salta el tema de los explosivos, aunque se toma nota del mismo, parece que se eleva una muralla china entre drogas y terrorismo.

Por supuesto, habrá que deflactar la versión de Trashorras y en el plenario del juicio oral la contradicción con Manolón arrojará luz sobre los hechos; pero esta muralla china es algo sobre lo que merece la pena reflexionar. Si Trashorras, por ejemplo, hubiera informado sobre ETA, ¿los policías de Avilés hubiesen reaccionado con la pasividad con la que lo hicieron ante El Chino?

Aquí está una de las claves que llevaron, implícitamente, a José María Aznar a formular aquella frase, según la cual, quizá los éxitos contra ETA provocaron la percepción de que el Gobierno había bajado la guardia en relación con el terrorismo fundamentalista islámico.

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La secuencia de hechos en Asturias revela que la guardia, en efecto, estaba muy baja.

José Emilio Suárez Trashorras.SCIAMMARELLA

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