La violencia estalla de nuevo en Bagdad pese al plan de seguridad

Dos atentados con coche bomba causan 60 muertos y 130 heridos en un mercado chií

La calma apenas ha durado cinco días. Pese al plan de seguridad lanzado a bombo y platillo por el Gobierno iraquí, que anunciaba el sábado que los atentados habían disminuido en un 80%, dos coches bomba mataron ayer a 60 personas y provocaron 130 heridos en un mercado chií del este de Bagdad. Otro coche bomba mató a un policía en el barrio de Ciudad Sáder, mientras que un soldado estadounidense murió en una emboscada contra su patrulla.

"¿Dónde está la seguridad?", se preguntaban entre sollozos familiares de las víctimas en un hospital al que habían sido trasladados numerosos muertos y ...

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La calma apenas ha durado cinco días. Pese al plan de seguridad lanzado a bombo y platillo por el Gobierno iraquí, que anunciaba el sábado que los atentados habían disminuido en un 80%, dos coches bomba mataron ayer a 60 personas y provocaron 130 heridos en un mercado chií del este de Bagdad. Otro coche bomba mató a un policía en el barrio de Ciudad Sáder, mientras que un soldado estadounidense murió en una emboscada contra su patrulla.

"¿Dónde está la seguridad?", se preguntaban entre sollozos familiares de las víctimas en un hospital al que habían sido trasladados numerosos muertos y heridos del doble atentado que se produjo en un popular barrio chií, conocido como Nuevo Bagdad. Una fuente de este centro sanitario indicó que entre las víctimas mortales había al menos 10 niños de entre cinco y diez años.

Los populosos mercados de Bagdad se han convertido en un objetivo preferente del terrorismo suní, hasta tal punto que los mandos militares estadounidenses han planteado hacerlos totalmente peatonales. La semana pasada, 71 personas murieron en un atentado con camión bomba contra otro mercado chií.

Un tercer coche bomba estalló ayer en Ciudad Sáder, una populosa barriada chií y feudo del clérigo radical Múqtada al Sáder, que controla la milicia más poderosa, el Ejército del Mahdi. El ataque, contra una comisaría, mató a un policía y provocó heridas a otros 10.

Al Sáder se ha refugiado en Irán durante la operación de seguridad, mientras que su milicia ha mantenido un perfil muy bajo para evitar enfrentamientos con las fuerzas estadounidenses. Residentes de barriadas como Nuevo Bagdad o Ciudad Sáder consideran que esto les debilita frente a la insurgencia suní.

El primer ministro, Nuri al Maliki, manifestó el viernes que la operación de seguridad -la enésima desde el principio de la guerra- había sido "un éxito", y señaló que había conseguido detener la violencia sectaria que desde hace meses ensangrienta a diario las calles de Bagdad. Los mandos estadounidenses, en cambio, se mostraron mucho más prudentes, y señalaron que el descenso en los actos de violencia podría ser temporal. Seis puestos fronterizos volvieron a abrirse ayer, después de que permaneciesen cerrados desde el principio del plan de seguridad.

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La violencia en Bagdad también ha provocado una salvaje limpieza étnica que este nuevo plan trataba de frenar. El general Qasim Musaui anunció ayer que 327 familias habían regresado a sus domicilios, de los que habían sido expulsados. Hasta ahora, la guerra de Irak ha provocado dos millones de refugiados, la mayoría en Jordania y Siria, y 1,8 millones de desplazados, una cifra enorme para un país de 20 millones de habitantes.

Los cadáveres de personas torturadas y asesinadas, que desde hace meses forman parte de la atroz vida cotidiana de Bagdad, también habían dejado de aparecer durante unos días. Ayer fueron hallados cinco en diferentes distritos de la ciudad.

En otros puntos de Irak, la violencia continuó. Según el recuento diario de incidentes que hace la agencia Reuters, se registraron enfrentamientos en Basora, Mosul, Samawa, Balad, Sulaiman Paek y Sumayra, ciudades situadas de norte a sur en Irak.

Por otra parte, un cabo de los marines, Robert Pennington, de 22 años, fue condenado ayer en San Diego, en la costa oeste de Estados Unidos, a ocho años de prisión y expulsado del Ejército por el asesinato de un iraquí desarmado el año pasado en Hamandiya. Se trata de la sentencia más dura pronunciada hasta ahora contra un soldado estadounidense por actuaciones ilegales en Irak. Otros cuatro marines habían sido condenados anteriormente a penas menores de entre 12 y 21 meses dentro del mismo caso.

Un hombre traslada el cuerpo de una víctima del atentado de ayer en un mercado de Bagdad.REUTERS

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