Reportaje:

Al cura se le fue la mano

Un grupo de católicos rezó para que la murga Los Yogurines no cometiera sacrilegio con su copla

Un puñado de metros separa el Teatro Garnelo de la iglesia de La Encarnación. Los dos edificios están en Montilla (Córdoba) a menos de un minuto de distancia. Pero ayer les separaba un universo. Se reía y cantaba en el teatro. En el templo, se rezaba en silencio. En uno, hubo coplas carnavalescas y, en el otro, un maratón de padrenuestros. Ayer se presentaron Los Yogurines, la murga montillana a la que, según sus componentes, un cura del pueblo amenazó con la excomunión por sus letrillas y disfraces. Su actuación se titulaba Mi primera hostia y el sacerdote Miguel Varona les advirtió, h...

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Un puñado de metros separa el Teatro Garnelo de la iglesia de La Encarnación. Los dos edificios están en Montilla (Córdoba) a menos de un minuto de distancia. Pero ayer les separaba un universo. Se reía y cantaba en el teatro. En el templo, se rezaba en silencio. En uno, hubo coplas carnavalescas y, en el otro, un maratón de padrenuestros. Ayer se presentaron Los Yogurines, la murga montillana a la que, según sus componentes, un cura del pueblo amenazó con la excomunión por sus letrillas y disfraces. Su actuación se titulaba Mi primera hostia y el sacerdote Miguel Varona les advirtió, hace poco más de una semana, que estaban al borde de la blasfemia y que la hostia, según su interpretación, sólo tenía un significado: el de oblea o cuerpo de Cristo.

Demasiado ruido ha levantado este sacerdote. Sobre todo, después de las coplas que cantaron ayer los 12 componentes de Los Yogurines. "No es para que se monte todo esto", comentó Antonio Jesús Márquez, director y letrista de la murga. Lo hizo entre bambalinas, antes de que comenzara su actuación. "Ya veréis como no son para tanto las letras", aseguró otro componente. Y, pasada la una y media de la tarde, salieron a cantar. Once vestidos de niñas de primera comunión con un guantazo pintado en la cara y uno disfrazado de sacerdote.

Una hora y media llevaban orando ya alrededor de 30 fieles en la iglesia de La Encarnación cuando Los Yogurines saltaron al escenario del Garnelo. El grupo de católicos (el que estaba rezando) había sido convocado por los párrocos de Montilla a una oración silenciosa desde las 12 de la mañana a las cinco de la tarde. "Venimos a orar para que no se haga sacrilegio", comentó una señora al salir de la iglesia.

Sería complicado tachar de sacrílega la actuación de ayer de Los Yogurines, por lo menos, con el diccionario de la Real Academia Española en la mano, donde se asegura que un sacrilegio es una lesión o profanación de cosa, persona o lugar sagrados. También sería difícil encuadrar sus letras dentro de la acepción de blasfemia (palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los santos).

Y es que Los Yogurines no se consideran unos ateos irreconducibles ni unos anticlericales incendiarios. Al contrario, la mayoría de sus miembros son cofrades y costaleros de la Semana Santa montillana.

El sacerdote Varona, según la versión de la murga, se reunió el uno de febrero con ellos durante más de dos horas. "Hablamos hondamente de la excomunión e incluso citó como ejemplo el caso de una persona en Cádiz que fue excomulgada por una copla de carnaval", aseguró Márquez.

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El Obispado de Córdoba, que también ha entrado en la polémica, sostuvo la semana pasada que la Iglesia no se estaba planteando expulsar a Los Yogurines y que el término excomunión se pronunció en el encuentro, sí acaso, de refilón. El cura no quiere hablar. Pero él y el resto de sacerdotes montillanos convocaron ayer el rezo de cinco horas.

En aquella reunión con Varona, la murga accedió a cantarle el estribillo que había preparado y en el que se juega con el doble sentido de la palabra hostia (guantazo y oblea). Al sacerdote que sale en la chirigota se le atribuye la autoría de la bofetada que tienen las niñas en la cara. El estribillo, los disfraces y el título de la actuación fue, según Los Yogurines, lo que irritó al párroco Varona. Según Márquez, el sacerdote les pidió que salieran con otra vestimenta. La murga se negó y, entonces, el cura solicitó que le enseñaran el resto de las letras. "Nos negamos, eso es censura", sostuvo el director y letrista.

Al margen del estribillo y de los chistes cantados sobre un sacerdote al que le gusta empinar el codo, el repertorio que interpretaron ayer Los Yogurines no tiene muchas más alusiones a la Iglesia o a la religión católica.

Dice esta murga que, pese a las advertencias de Varona, no han cambiado ni una coma de lo que llevaban ensayando durante meses. Más de 300 personas llenaron ayer el teatro para ver su actuación. "¡Esto es carnaval!", terminó cantando todo el público.

Colectivos afectados

Lo que hicieron ayer Los Yogurines, una murga que lleva ya 12 años participando en el carnaval de Montilla, fue cantar unas coplas algo inocentonas. Parece más que complicado que la Iglesia ponga en marcha un proceso de excomunión contra esta agrupación, sobre todo, si se lee con detenimiento el libreto de Mi primera hostia, su actuación. Hay coplillas en las que se habla de la afición de un supuesto sacerdote a beber vino. Y poco más referido a la religión católica.

El libreto contiene chistes sobre los políticos con un escaño en el Congreso de los diputados; comparaciones entre comuniones de las clases sociales más altas y más bajas; chanzas sobre los que hacen su agosto con los preparativos de esta celebración; letrillas sobre la corrupción en Marbella; culpes sobre la Familia Real; críticas al presidente José Luis Rodríguez Zapatero por negociar con ETA... De momento, ningún miembro de estos otros colectivos e instituciones ha anunciado represalias contra Los Yogurines.

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