Editorial:

La OTAN en Sevilla

La reunión de la OTAN celebrada en Sevilla ha vuelto a poner de manifiesto las diferencias de criterio entre los miembros sobre algunos asuntos urgentes y decisivos, como la preocupante evolución interna de Afganistán. Estados Unidos viene reclamando una mayor implicación militar de los europeos, al entender que los talibanes están reagrupando sus fuerzas para lanzar una ofensiva de envergadura la próxima primavera. Algunos Gobiernos de la Unión, el español entre ellos, se muestran dispuestos a reforzar otros componentes de la misión, como la ayuda a la reconstrucción o la formación de cuadros...

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La reunión de la OTAN celebrada en Sevilla ha vuelto a poner de manifiesto las diferencias de criterio entre los miembros sobre algunos asuntos urgentes y decisivos, como la preocupante evolución interna de Afganistán. Estados Unidos viene reclamando una mayor implicación militar de los europeos, al entender que los talibanes están reagrupando sus fuerzas para lanzar una ofensiva de envergadura la próxima primavera. Algunos Gobiernos de la Unión, el español entre ellos, se muestran dispuestos a reforzar otros componentes de la misión, como la ayuda a la reconstrucción o la formación de cuadros y el suministro de equipos para las fuerzas armadas afganas. En cualquier caso, descartan por el momento el envío de más tropas. El ministro de Defensa alemán, Franz Josef Jung, resumió certeramente la distancia entre ambas aproximaciones, la que insiste en los aspectos militares de la misión y la que se concentra en la reconstrucción civil, al señalar que los soldados de la OTAN destacados en Afganistán son "liberadores, no ocupantes".

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Los observadores sobre el terreno no son optimistas sobre el futuro del país, y eso ha hecho que la reunión de la OTAN haya estado marcada en este punto por el signo de la urgencia, lo mismo que sucedió con la reunión de ministros de Asuntos Exteriores celebrada hace dos semanas en Bruselas. Aparte de la lentitud de la comunidad internacional a la hora de cumplir sus compromisos financieros con el Gobierno afgano, la reconstrucción se enfrenta al creciente deterioro de la situación militar. Sin más tropas sobre el terreno, es seguro que no podrá ser reconducida; pero tampoco el envío de los 4.000 efectivos adicionales que reclama el nuevo jefe militar de la organización, John Craddock, son ninguna garantía. A medida que pasa el tiempo, más se difuminan los objetivos que la OTAN persigue en Afganistán, como si cada miembro hubiese enviado a sus soldados con un propósito distinto. En Sevilla no se ha resuelto el equívoco, como tampoco se resolvió en Bruselas.

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Tal vez una de las preguntas más relevantes sobre el futuro de la alianza, uno de los puntos incluidos en la agenda del encuentro, se planteó fuera de la sala oficial. En un coloquio con estudiantes, el secretario general, Jaap de Hoop Scheffer, fue interrogado acerca de cuáles son los valores de la OTAN y de si son compatibles con la existencia de Guantánamo. Scheffer tuvo que responder con una evasiva, lo que demuestra hasta qué punto resulta incierta la propuesta de convertirla en una especie de policía mundial.

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