Sellos valorados en tres millones y vendidos por 12

En enero de 2006, Afinsa hizo analizar 400.000 lotes filatélicos comprados a Francisco Guijarro entre 1999 y 2003. El experto sostuvo que tal material como mucho valía sólo un 3% de su precio en catálogo, y estaba lleno de sellos falsos, dudosos o de valor ínfimo. Este informe nunca fue entregado voluntariamente a la administración judicial, pese a que ésta lo reclamó reiteradamente. Anticorrupción sostiene que "los indicios de connivencia entre este proveedor y la compañía son verdaderamente significativos".

Pero hay una baza aún más audaz que usó Afinsa para prestigiar fraudulentament...

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En enero de 2006, Afinsa hizo analizar 400.000 lotes filatélicos comprados a Francisco Guijarro entre 1999 y 2003. El experto sostuvo que tal material como mucho valía sólo un 3% de su precio en catálogo, y estaba lleno de sellos falsos, dudosos o de valor ínfimo. Este informe nunca fue entregado voluntariamente a la administración judicial, pese a que ésta lo reclamó reiteradamente. Anticorrupción sostiene que "los indicios de connivencia entre este proveedor y la compañía son verdaderamente significativos".

Pero hay una baza aún más audaz que usó Afinsa para prestigiar fraudulentamente sus sellos y revalorizarlos artificialmente. ¿Cómo dudar de su precio/valor si estaban inscritos en un catálogo internacional aparentemente ajeno a Afinsa? El truco estribaba en que Afinsa sí controlaba el catálogo formalmente independiente. Era el caso del catálogo estadounidense Brookman. Los precios de los sellos que durante los últimos años compró Afinsa a su filial norteamericana Greg Manning Auctions Incorporation (GMAI, luego denominada Escala Group), que sustituyó a Guijarro como proveedor único, venían todos referenciados en el citado catálogo Brookman que presentaba como "independiente", pero que había adquirido secretamente en 2003. El otro catálogo propio que usó a tal fin fue el Domfil. Un informe interno revela que nunca compraría filatelia que no estuviera referenciada "a un catálogo concreto y que ha de ser, en primer lugar, el Brookman y, en su defecto el Domfil". Todo quedaba en casa: Afinsa fijaba el valor oficial del sello, su precio de adquisición y el de venta al cliente. ¿De qué le servía a Afinsa tal absoluto control de toda la cadena?

Le permitía vender al estafado cliente el sello por su valor oficial en catálogo, y pagar sólo un 15% de dicho precio a su filial proveedora que, por añadidura, lo adquirió por un coste mucho menor. Así, un comerciante norteamericano vendió una colección filatélica de la ONU a GMAI, por 2,8 millones de dólares en abril de 2004, que revendió a Afinsa por 11,8 millones de dólares.

¿Cuánto pagó el cliente final por dicha colección? Naturalmente, el precio marcado por el catálogo teledirigido por Afinsa: 85 millones de dólares.

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