Columna

La derecha turística

El discurso que el jueves pronunció el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, en la feria Fitur, en Madrid, donde dijo que los grandes proyectos y los grandes eventos son las "fábricas del siglo XXI" porque crean riqueza, tenía todo el aire de un programa. ¿Pero de qué clase de programa se trata? En la simplicidad del mensaje que caracteriza al líder de la derecha valenciana actual hay pocos pasajes que desprendan un aliento de sinceridad más evidente que ese desprecio del viejo esquema productivo e industrial, como si hubiera llegado a expresar el núcleo central de las convicciones po...

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El discurso que el jueves pronunció el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, en la feria Fitur, en Madrid, donde dijo que los grandes proyectos y los grandes eventos son las "fábricas del siglo XXI" porque crean riqueza, tenía todo el aire de un programa. ¿Pero de qué clase de programa se trata? En la simplicidad del mensaje que caracteriza al líder de la derecha valenciana actual hay pocos pasajes que desprendan un aliento de sinceridad más evidente que ese desprecio del viejo esquema productivo e industrial, como si hubiera llegado a expresar el núcleo central de las convicciones políticas y sociales profesadas hoy por los conservadores.

Podría decirse que la actitud no es nueva y que, al contrario, enlaza perfectamente con la idiosincrasia de una "derecha turística" cuya síntesis ideológica, revelada sin complejos desde el mismo momento en que Eduardo Zaplana sucedió a Joan Lerma en el Palau de la Generalitat, consiste en el uso propagandístico de los productos de una cierta modernidad como catalizadores de la actividad colectiva. Pero Camps ha demostrado ser, en la aplicación de los postulados de esa manera de entender la sociedad valenciana, un fidelísimo seguidor de su denostado predecesor. Incluso más entusiasta.

Ahora bien, ¿qué es lo que están diciendo los populares cuando cifran las expectativas valencianas en la construcción de "grandes proyectos" y la organización de "grandes eventos"? ¿Tal vez que damos ya por perdida cualquier competitividad industrial o innovadora? ¿Qué nuestro destino es, de alguna manera, convertirnos en una tierra de show permanente para atraer la atención de los ociosos del mundo? ¿Qué no tenemos otro futuro que poner en el mercado nuestro territorio para sacar rendimiento del desarrollo? ¿Qué nuestro progreso va a ser subsidiario de la capacidad de consumo de los demás? ¿Qué nuestra creatividad se reduce al énfasis kitsch de la postal?

Desde luego, se puede alegar que el programa ya ha cosechado algunos fracasos, como Terra Mítica, la visita del Papa o los escándalos de fraude y comisiones que se dirimen en los tribunales a propósito de la gestión efectiva de los "grandes proyectos". Y que esta derecha lo que propone es un progreso dirigido desde los despachos del poder, con astronómicas inyecciones de dinero público. ¿Poco liberales? A lo mejor todo lo que les interesa de los eventos y los proyectos es que permiten encargar muchos spots triunfalistas. ¿Quién sabe?

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