El fiscal pide dos años de cárcel por detención ilegal para dos vigilantes

"Como un saco de entrenamiento de boxeadores". Así declaró ayer que se sentía Fikri Lechkar, un marroquí que compareció a testificar a la Audiencia de Barcelona por la paliza que supuestamente le propinaron en el metro dos vigilantes de seguridad. Una agresión tan gratuita como absurda, explicó la víctima. Los acusados no sólo la negaron, sino que explicaron que fue él quien se autolesionó después de insultarles y amenazarles.

La fiscal acusa a los vigilantes de detención ilegal y solicita para cada uno dos años de cárcel. Jaume Asens, el abogado de la víctima, eleva la petición a cinco...

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"Como un saco de entrenamiento de boxeadores". Así declaró ayer que se sentía Fikri Lechkar, un marroquí que compareció a testificar a la Audiencia de Barcelona por la paliza que supuestamente le propinaron en el metro dos vigilantes de seguridad. Una agresión tan gratuita como absurda, explicó la víctima. Los acusados no sólo la negaron, sino que explicaron que fue él quien se autolesionó después de insultarles y amenazarles.

La fiscal acusa a los vigilantes de detención ilegal y solicita para cada uno dos años de cárcel. Jaume Asens, el abogado de la víctima, eleva la petición a cinco años y la defensa reclamó la absolución. La particularidad del caso respecto a otros similares de trifulcas con vigilantes es que fue la policía quien, desde el primer momento, mostró un gran interés por investigar los hechos.

Tan confuso les debió parecer lo ocurrido que cuando los vigilantes acudieron a comisaría quedaron detenidos por detención ilegal, robo y un delito contra la integridad moral del marroquí. Y cuando la patrulla policial acudió a donde estaba la supuesta víctima, lo primero que hizo fue quitarle las esposas y llamar a una ambulancia.

Ocurrió la mañana del 17 de marzo de 2005 en la estación de metro de Rocafort, cuando, según la fiscalía, los vigilantes José Antonio González Iglesias y Javier Bermejo Cacharrón cogieron por la solapa al marroquí. Después lo condujeron a una habitación que sirve de vestuario a los trabajadores del metro y allí se produjo la supuesta paliza.

Sangrando por la cara

Cuando llegó la policía, el detenido sangraba por la cara, tenía la ropa manchada y en el suelo y las paredes de la habitación había "salpicaduras" de sangre, dijo ayer un agente. "Me pegaron por todas partes, era como un saco de entrenamiento de boxeo", explicó la víctima.

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Los acusados declararon que la detención se produjo porque el marroquí les había amenazado e insultado en la estación del metro de plaza de Catalunya y por eso decidieron ir a detenerlo. Cuando le vieron en la parada de Rocafort les volvió a insultar y les amenazó con clavarles una navaja, relataron ayer ante el tribunal para justificar la detención.

Ni en comisaría, ni en el juzgado ni en las conversaciones que mantienen los acusados con la central de la empresa se alude a esta amenaza. En las filmaciones de seguridad tampoco se aprecia que el hombre se dirija a los vigilantes ni que realice ningún gesto amenazador.

Los vigilantes también dijeron que fue el detenido quien se cayó al suelo expresamente "para buscarnos la ruina". Año y medio después, el policía que instruyó el atestado sigue dudando de esta versión. Tanto, que ayer acudió a la Audiencia a presenciar el juicio como espectador. Al final, la fiscalía y la acusación pidieron que testifique y así será cuando se reanude la vista dentro de unas semanas.

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