Crítica:

Brindis por la tristeza

A mar abierto (Poesía 1973- 2003) recoge los libros poéticos publicados por Elsa López (Fernando Poo, 1943), aunque la edición casi simultánea de otro cuaderno de versos, Travesía, le ha hecho perder su condición de obra completa en un abrir y cerrar de ojos.

El volumen compilatorio viene encabezado por un texto, más creativo que crítico, de Pablo García Baena, al que sigue una introducción con demasiados tropiezos y erratas de Paul M. Viejo, quien figura como editor. En conjunto, el libro nos permite percibir en sucesión una escritura en que su autora efectúa el registro ...

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A mar abierto (Poesía 1973- 2003) recoge los libros poéticos publicados por Elsa López (Fernando Poo, 1943), aunque la edición casi simultánea de otro cuaderno de versos, Travesía, le ha hecho perder su condición de obra completa en un abrir y cerrar de ojos.

El volumen compilatorio viene encabezado por un texto, más creativo que crítico, de Pablo García Baena, al que sigue una introducción con demasiados tropiezos y erratas de Paul M. Viejo, quien figura como editor. En conjunto, el libro nos permite percibir en sucesión una escritura en que su autora efectúa el registro emocional de sus trabajos y días. Su primera entrega, El viento y las adelfas (1973), está organizada en dos series: en una prevalece la nostalgia de La Palma, el territorio isleño que es también el de la niñez y la pureza; la otra relata el retorno al cabo de los años a aquel edén, tan irrecuperable como la infancia, al que sólo remite algún vestigio milagrosamente preservado. El tono narrativo y sentimental, y un sugeridor verbalismo, son un continuo en la poesía de Elsa López, de la que en adelante decaen las ingenuidades expresivas de sus inicios. Aunque se mantienen ciertas alusiones a la pérdida del paraíso, a partir de Inevitable océano (1982) el asunto principal es ya el amoroso, algo bien visible en Del amor imperfecto (1987) o Quince poemas (de amor adolescente) (2003).

Travesía, libro que complementa al anterior, es quizá el mejor de los suyos, tal vez sólo equiparable a Tránsito (1995), también por razón de su tema dominante. La potencia elegiaca y la referencia amorosa son, como en casi toda su obra, guías de su decir poético. Sin embargo, aquí ambas ocupan el primer apartado, de los dos de que consta: un canto triste a la intensidad de lo vivido y a la gracia del mundo, concretada en algún caso en Córdoba. El segundo apartado es un dictado de provisiones para la propia muerte: "No me importa que llores. / Pero debes hacerlo solamente conmigo, / oculto entre las sábanas, / mordiéndote mi nombre y sus cadencias. No hagas grandes alardes de dolor y tristeza". Con este testamento, la poesía de Elsa López vuelve a un confesionalismo como el de sus comienzos, aliviado por la música y lejos de estertores formales. Entonces la felicidad radicaba en la isla de la niñez de la que fue arrancada: "Me llevaron un día del mar y de la isla". Tras la desaparición que se anuncia, su evocación deberá hacerse con ofrendas provenientes del lugar originario: Tijarafe, Puntagorda, Mazo, Barlovento. Toda la existencia pasada se resuelve en clave de pasión amorosa, convocada a la hora de la muerte en un acto de celebración: "Brinda por la tristeza. / Por la luz. / Por los barcos sin rumbo / que cruzaban el mar y las puertas de casa. / Brinda por el amor y su rara costumbre". El reverbero del amor no abandona la escena ni siquiera en estos bellos y nada luctuosos poemas funerales.

Elsa López. A mar abierto (Poesía 19732003). Introducción de Pablo García Baena. Hiperión. Madrid, 2006. 344 páginas. 16 euros. Travesía. Hiperión. Madrid, 2006. 88 páginas. 7 euros.

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