Reportaje:APUNTES

Un proyecto fin de carrera solidario y 'rentable'

Una alumna acumula premios por hacer accesibles los Viveros

Para gran número de universitarios el proyecto final de carrera constituye un trámite ineludible para conseguir la ansiada titulación, pero hay proyectos y proyectos. El de Lucía Monforte, una joven ingeniera valenciana de 25 años, sobre mejora de la accesibilidad en los Jardines del Real, más conocidos como jardines de Viveros de Valencia, ha merecido diversos galardones. Premio Sandalio Miguel / María Aparicio sobre estudio de las carencias y necesidades de la ciudad de Valencia; premio Bancaja-Universidad Politécnica de Valencia 2006 a Proyectos Fin de Carrera; premio sección trabajos monog...

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Para gran número de universitarios el proyecto final de carrera constituye un trámite ineludible para conseguir la ansiada titulación, pero hay proyectos y proyectos. El de Lucía Monforte, una joven ingeniera valenciana de 25 años, sobre mejora de la accesibilidad en los Jardines del Real, más conocidos como jardines de Viveros de Valencia, ha merecido diversos galardones. Premio Sandalio Miguel / María Aparicio sobre estudio de las carencias y necesidades de la ciudad de Valencia; premio Bancaja-Universidad Politécnica de Valencia 2006 a Proyectos Fin de Carrera; premio sección trabajos monográficos de la Consejería de Bienestar Social a Proyectos Final de Carrera en materia de accesibilidad al medio físico 2006 y primer accésit en la séptima edición del concurso nacional de Iberflora de Proyectos Final de Carrera de jardinería y paisajismo, sección gestión y mantenimiento de jardinería pública.

La estudiante valenciana Lucía Monforte ha ganado más de 6.000 euros en galardones por idear una reforma de los jardines de Valencia
La falta de una carrera de paisajismo lleva a que los ingenieros agrónomos y de montes compartan la disciplina con los arquitectos

Una plétora de premios que esta ingeniera agrónoma por la Universidad Politécnica de Valencia no imaginaba cuando, asesorada por el profesor Javier Martínez Cortijo, decidió realizar un proyecto que destacaba por su potente sensibilidad y que, sorprendentemente, ha resultado ser altamente rentable ya que las múltiples condecoraciones superan los 6.000 euros. Un buen ejemplo que demuestra que la solidaridad también es productiva.

Que una ingeniera agrónoma dedique algo tan trascendente como el proyecto final de carrera al medio natural urbano, no es algo anodino puesto que un país como en España, en el que no existe la carrera universitaria de Paisajismo, es común encontrarse en estos lares a un arquitecto, a un ingeniero de montes o a un agrónomo.

En cuanto a la elección del objeto de estudio, el conocido parque de Viveros, sobran argumentos: son los jardines más singulares, históricos y representativos de la ciudad de Valencia y dan servicio a una población potencial de 250.000 personas, sin embargo, es un parque problemático desde el punto de vista de la accesibilidad debido a su extensión (casi 200.000 metros cuadrados), su antigüedad y la gran presión de actos que soporta.

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El proyecto planteado por Lucía Monforte pretende la supresión de las barreras arquitectónicas y urbanísticas existentes en el parque y en los itinerarios de acceso desde las paradas de transporte público más cercanas. Para ello se actúa en toda su extensión, mejorando la pavimentación y adaptando el mobiliario urbano. Además propone el diseño de un itinerario adaptado de manera que las personas con algún tipo de deficiencia puedan orientarse a través del estímulo de los sentidos: plantas aromáticas y escamosas, los sonidos del estanque de patos... El presupuesto de todas las actuaciones asciende a casi 2.800.000 euros.

Para realizar el proyecto se realizaron prácticas de campo con personas que sufren algún tipo de discapacidad con la colaboración de la Coordinadora Estatal de Minusválidos Físicos de España de la Comunidad Valenciana y la fundación ONCE, entre otras entidades.

Las encuestas revelan que las personas con dificultades motoras encuentran los mayores obstáculos al acceder al parque porque seis de las doce entradas son inaccesibles. También presentan problemas los senderos, por los desniveles existentes y la zona de recreo infantil, tanto por la carencia de juegos adaptados, como por las pendientes.

El estado del pavimento no es un elemento que afecta negativamente sólo a los discapacitados motores sino también a los invidentes, los que además pueden tropezar con diversos obstáculos: pedestales de fuentes, papeleras no prolongadas hasta el suelo, árboles en itinerarios peatonales y ramas que invaden los viales constituyendo un obstáculo de altura. "A veces son soluciones tan sencillas como podar los árboles, mejorar el hormigón o poner más señalización, ya que hay un déficit de carteles para todos, algo que ayudaría mucho para orientarse en el medio, en general a los ciudadanos y especialmente a las personas con alguna discapacidad", afirma Monforte, que concreta que los invidentes son actualmente los que más obstáculos pueden hallar.

Actualmente Lucía Monforte estudia un máster en Gestión y Control Ambiental en la Empresa, en la Universidad Politécnica de Madrid, becada por la Caixa. Al finalizar piensa dedicarse al medio ambiente, un terreno cada vez más conquistado por las versátiles ingenieras agrónomas.

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