Condenados dos periodistas en Marruecos por publicar chistes sobre la religión

Recoger algunos de los chistes más populares en Marruecos sobre la religión, el rey Mohamed VI o el sexo tiene un precio, aunque se suavicen los relatos para evitar ofender. Por haberse atrevido a hacerlo, el 9 de diciembre en el semanario Nichan, su director, Driss Ksikes, y la autora del artículo, Sana el Aji, fueron condenados ayer a tres años de cárcel -la aplicación de la condena quedó en suspenso- y a una multa de 80.000 dirhams (7.500 euros).

La sentencia del tribunal de Casablanca, que será recurrida por los abogados de la defensa, estipula también el cierre de la revista...

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Recoger algunos de los chistes más populares en Marruecos sobre la religión, el rey Mohamed VI o el sexo tiene un precio, aunque se suavicen los relatos para evitar ofender. Por haberse atrevido a hacerlo, el 9 de diciembre en el semanario Nichan, su director, Driss Ksikes, y la autora del artículo, Sana el Aji, fueron condenados ayer a tres años de cárcel -la aplicación de la condena quedó en suspenso- y a una multa de 80.000 dirhams (7.500 euros).

La sentencia del tribunal de Casablanca, que será recurrida por los abogados de la defensa, estipula también el cierre de la revista durante dos meses. Nichan dejó, en realidad, de salir a la calle a finales del mes pasado, cuando fue prohibido por el primer ministro, Driss Jettu. Pese a su severidad, el veredicto rebaja algo la petición del fiscal que solicitó penas de cárcel de entre tres y cinco años para los periodistas, así como su inhabilitación profesional y el cierre definitivo de la publicación.

El juicio Nichan trasciende los meros atropellos de la libertad de expresión en Marruecos. Ilustra, en opinión de varios intelectuales marroquíes, cómo el poder se doblega ante las presiones islamistas.

El semanario salió a la calle y se vendió durante una semana sin que las autoridades pusieran pegas, pero bastó con que una oscura asociación islamista le reprochase en su web "ofender gravemente a Dios" y de que unos estudiantes en Kenitra distribuyesen unas octavillas, para que Jettu lo clausurase y la fiscalía le acusase de "ofensa a la religión musulmana" y de atentar contra la moral.

El cierre y el juicio han desatado una intensa polémica en Marruecos. Además del sindicato de periodistas, Nichan recabó el apoyo de 25 escritores marroquíes, entre los que figuran Abdellatif Laabi y Abdelhak Serhane. Lamentan que en su país el humor no pueda salirse del ámbito privado. El debate sobre Nichan ha relegado a un segundo plano la amenaza que se cierne sobre otro semanario díscolo, Le Journal, símbolo de la apertura que experimentó Marruecos desde finales de los noventa.

Amenaza sobre 'Le Journal'

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Le Journal se hizo eco, en diciembre de 2005, de un informe sobre el Sáhara Occidental redactado por el francés Claude Moniquet que dirige en Bruselas un centro de análisis. El semanario sostuvo que el estudio fue "teleguiado" por Rabat, y Moniquet le denunció ante un tribunal de Casablanca.

Cuatro meses después Aboubakr Jamai, director de Le Journal, fue condenado a pagar la más alta multa por difamación de la historia de Marruecos: 270.000 euros a Moniquet y 9.500 al Estado. Éste dijo que no pediría la ejecución de la sentencia, pero ahora sí la solicita. Si el semanario no la abona se verá obligado a cerrar.

Estas sanciones figuran todas ellas en el código de prensa marroquí. En 2005, Suecia encabezó a un grupo de países de la UE que quiso exigir a Rabat que enmendase su ley, pero España y Francia edulcoraron la iniciativa.

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