Cartas al director

Ser o no ser

Sostiene Agustín García Calvo que el verbo existir se inventó ex profeso para Dios; parafraseándole, bien podríamos decir que el verbo ser se inventó para la nación: un verbo ser que, lejos de su carácter puramente copulativo y carente de significado es, por el contrario, un verbo cargado de sentido, un verbo autosuficiente, intransitivo, un "ser" como acto de voluntad que, además, no precisa de atributo alguno.

Esta semantización del verbo ser, que para un oído leal y atento al significado de las palabras sería un completo sinsentido, es lo que permite a Suso de Toro ...

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Sostiene Agustín García Calvo que el verbo existir se inventó ex profeso para Dios; parafraseándole, bien podríamos decir que el verbo ser se inventó para la nación: un verbo ser que, lejos de su carácter puramente copulativo y carente de significado es, por el contrario, un verbo cargado de sentido, un verbo autosuficiente, intransitivo, un "ser" como acto de voluntad que, además, no precisa de atributo alguno.

Esta semantización del verbo ser, que para un oído leal y atento al significado de las palabras sería un completo sinsentido, es lo que permite a Suso de Toro (Nación o tierra conquistada, EL PAÍS, 24 de diciembre) incurrir en logomaquias tan fraudulentas como "Ahora va y resulta que Cataluña y el País Vasco quieren existir", "los gallegos, ante la tesitura del ser o no ser", "cuando se discute la palabra nación para Galicia lo que decide es lo que somos capaces de ser".

El poder mágico que Suso de Toro atribuye al reconocimiento de Galicia como nación, o sea, el hecho de que se reconozca que Galicia "es" -porque hasta ahora, al parecer, no ha sido- no es nada distinto del poder mágico atribuido a las "hadas, trasgos u otros seres etéreos" que tan olímpicamente despacha Suso de Toro como algo propio de "vaguedades, brujas y leyendas". Esa identidad de caracteres es lo que le permite establecer una conexión completamente fraudulenta entre las mareas negras, los incendios, riadas y demás catástrofes con ese no-ser de Galicia que se refleja en la falta de reconocimiento jurídico de su carácter de nación. Al parecer, cuando en el preámbulo estatutario se incluya esta mágica palabra Galicia por fin "será" y los gallegos dejaremos de ser víctimas de tantas catástrofes como nos vienen asolando; sólo entonces dejaremos de ser "sometidos", "saqueados" y "colonizados". Y Suso de Toro no añade más explicaciones. Ni falta que hace.

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