Reportaje:

El estrangulador de Ipswich anda suelto

El autor o autores de la muerte de cinco prostitutas supo ocultar pruebas: dejó todos los cadáveres desnudos, sin rastros de ADN

El 7 de noviembre, la policía de Ipswich lanzó un llamamiento público para localizar a Tania Nicol, una joven de 19 años que había salido de su casa el 30 de octubre para acudir a su empleo nocturno en un hotel de la ciudad. Su madre, Kerry, había denunciado enseguida su desaparición porque era absolutamente anormal que no se comunicara por teléfono con ella. La madre no sabía entonces que su hija había entrado en el círculo vicioso de la heroína y que hacía mucho tiempo que no trabajaba en un hotel; cada noche iba al barrio rojo de Ipswich a alquilar su cuerpo para comprar su dosis.

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El 7 de noviembre, la policía de Ipswich lanzó un llamamiento público para localizar a Tania Nicol, una joven de 19 años que había salido de su casa el 30 de octubre para acudir a su empleo nocturno en un hotel de la ciudad. Su madre, Kerry, había denunciado enseguida su desaparición porque era absolutamente anormal que no se comunicara por teléfono con ella. La madre no sabía entonces que su hija había entrado en el círculo vicioso de la heroína y que hacía mucho tiempo que no trabajaba en un hotel; cada noche iba al barrio rojo de Ipswich a alquilar su cuerpo para comprar su dosis.

El cuerpo desnudo de Tania fue encontrado en un arroyo el 8 de diciembre. "Tania era una chica cariñosa, adorable y sensible que nunca le hizo daño a nadie. Por desgracia, las drogas se la llevaron a su mundo secreto", lloraba el viernes su padre, Jim Duell, mientras pedía a la población que hiciera todo lo posible por ayudar a la policía a capturar al asesino de su hija.

Al descubrirse el cadáver de Tania, Ipswich apenas empezaba a darse cuenta de que se enfrentaba a una pesadilla. Unos días antes, el 2 de diciembre, se había encontrado en el mismo arroyo, apenas unos kilómetros cauce arriba, el cadáver también desnudo de otra prostituta, Gemma Adams, de 25 años, que había desaparecido el 15 de noviembre. Días después se halló en un bosquecillo el cuerpo de otra prostituta que se daba por desaparecida: Anneli Alderton. El 12 de diciembre se descubrieron otros dos cuerpos de mujer: Annette Nicholls y Paula Clennell. Las cinco han aparecido desnudas, las cinco ejercían la prostitución en el barrio rojo de Ipswich.

La ciudad, acostumbrada a su ritmo cansino de población mediana (140.000 habitantes, la trigésima octava del Reino Unido) en la que nunca pasa nada, vive una horrible convulsión. La policía ha pedido a las demás chicas de la calle, apenas 30 o 40 en total, que no vayan a trabajar. Lanzó también advertencias a las demás mujeres para que extremen la vigilancia. Ipswich mantiene su vida agitada de vísperas de Navidad durante el día, pero se convierte en un desierto de noche.

La muerte de cinco prostitutas ha actuado como un aldabonazo en la conciencia de los locales y probablemente en el conjunto del país. Hay miedo todavía porque la policía no ha atrapado al asesino o a los asesinos, pero hay también una sacudida en la conciencia de los ciudadanos. Se ha abierto un debate sobre el problema de las drogas, que a juicio de muchos ha arrastrado a estas mujeres a vender sus cuerpos para pagar su vicio. Pero también sobre el estatuto legal de la prostitución. De repente, la gente ha empezado a ver a las prostitutas con otros ojos. Aquí y allá han empezado a surgir quejas por el tratamiento mediático: "No eran prostitutas; eran ante todo mujeres, hijas, esposas, primas, sobrinas", se alzan muchos. "Cuando pase todo esto, lo primero que tenemos que hacer es afrontar estos temas. Pero no lo podemos hacer nosotros solos, no tenemos poderes, tenemos que ir al Ministerio del Interior", anuncia una concejal en una entrevista en la BBC. Ipswich ha despertado de golpe, aunque haya sido a través de una pesadilla. Y quiere que despierte también un país que parece a menudo ensimismado en su creciente bienestar económico, a pesar de sus enormes bolsas de marginación y pobreza.

Pero lo primero es antes, y lo primero ahora es saber quién mató a Tania, a Gemma, a Paula Clennell, a Annette Nicholls, a Anneli Alderton. Las cinco trabajaban en el barrio rojo de Ipswich. Todas se conocían entre sí. Seguramente tenían clientes comunes. Las cinco aparecieron desnudas, sin señales visibles de violencia, y dos de ellas aún vestían las joyas que se habían puesto la última vez que salieron de casa. Una murió estrangulada; otra probablemente también, aunque la policía ha utilizado el término técnico de "presión en el cuello". No se sabe aún la causa de la muerte de las otras tres y quizá se tarde algunas semanas en saberse.

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La policía investiga a un puñado de personas, menos de 50, como "potenciales sospechosos". Unos son de Ipswich, otros de fuera; unos son clientes de las chicas de la calle, otros no. Los investigadores quieren resolver todos los casos a la vez y no pueden precipitarse, aunque la prensa cree saber que los verdaderos sospechosos se reducen a cinco y sobre todo a uno. Pero el autor o los autores parecen saber cómo ocultar pruebas: al dejar a las chicas desnudas, la policía pierde un elemento forense muchas veces vital, la ropa del muerto y los posibles rastros de ADN del asesino.

Es posible que la policía tenga también una idea del escenario de los crímenes: ¿en el interior de un coche? ¿En campo abierto? ¿En alguna casa abandonada? ¿En casa del criminal? Muchos expertos especulan con que sea una persona que inspira confianza por su aspecto o por su trabajo; quizá incluso un policía o alguien disfrazado de policía.

Uno de los problemas de la investigación es procesar toda la información disponible y coordinar a la veintena larga de cuerpos de policía que han ofrecido sus servicios a la policía provincial de Suffolk, encargada del caso. Un cuerpo pequeño, que jamás hubiera imaginado que tendría que lidiar con el asesino en serie más rápido de la historia del Reino Unido: cinco asesinatos en menos de seis semanas. Jack el Destripador necesitó nueve semanas para matar a otras cinco prostitutas en tiempos de la reina Victoria. Y el Destripador de Yorkshire tardó cinco años en matar a 13 personas.

Lo que se sabe del asesino

Los agentes saben que los cinco crímenes están conectados, pero no quieren decir si sospechan de un solo autor o de varios. La investigación se basa en las pistas suministradas por más de 7.000 llamadas telefónicas y más de un millar de correos electrónicos.

Muchas mujeres de la calle están colaborando a fondo con la policía, superando así una larga serie de desencuentros del pasado, cuando las fuerzas de seguridad impedían que las chicas se agruparan a la hora de ofrecer sus servicios y las obligaba a dispersarse por las calles nada acogedoras del barrio rojo, un suburbio en el que se entremezclan fábricas, oficinas supermodernas, viejas casas victorianas y tétricos aparcamientos donde se ponen a tiro los potenciales clientes. Están también las cámaras de seguridad desplegadas por el barrio. Y, por supuesto, los elementos forenses.

Aunque no lo dicen, los investigadores parecen tener ya un retrato claro del autor o los autores. Y sobre si son uno o más autores, probablemente los agentes saben más de lo que han dicho hasta ahora.

TANIA NICOL

Edad: 19 años. Desaparecida el 30 de octubre. Su cuerpo fue encontrado el 8 de diciembre en un arroyo. Es la primera víctima del asesino de Ipswich.

PAULA CLENNELL

Edad: 24 años. Desaparecida el 9 de diciembre. Su cuerpo fue encontrado el 12 de diciembre, el mismo día en que hallaron el cadáver de Nicholls.

GEMMA ADAMS

Edad: 25 años. Desaparecida el 15 de noviembre y hallada el 2 de diciembre en el mismo arroyo que Tania Nicol, pero unos kilómetros más arriba

ANNELI ALDERTON

Edad: 24 años. Desaparecida el 3 de diciembre. Su cuerpo apareció el 10 de diciembre en un bosquecillo próximo a la ciudad de Ipswich.

ANNETTE NICHOLLS

Edad: 29 años. Desaparecida el 4 de diciembre. Encontrada el 12 de diciembre. Su cuerpo estaba en Levington, cerca de Ipswich.

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