Air Madrid deja en tierra a más de mil pasajeros de cinco vuelos hacia América

Cientos de afectados protestan en Barajas al grito de "¡ladrones!" y "¡estafadores!"

Guillermina no podrá ir al funeral de su madre en Santiago de Chile. Paola teme que cuando llegue a Taluca (México) haya perdido su trabajo. A Rita la esperan en Quito sus hijos, a los que no ha visto en tres años, y su nieto, al que aún no conoce. Más de un millar de personas con historias similares se han visto perjudicadas por retrasos de hasta 72 horas en al menos cinco vuelos de Air Madrid en los últimos tres días. Dos centenares de pasajeros defraudados por la compañía -que acumula retrasos en los últimos meses y está siendo investigada por Aviación Civil- reclamaron a gritos ayer en el ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Guillermina no podrá ir al funeral de su madre en Santiago de Chile. Paola teme que cuando llegue a Taluca (México) haya perdido su trabajo. A Rita la esperan en Quito sus hijos, a los que no ha visto en tres años, y su nieto, al que aún no conoce. Más de un millar de personas con historias similares se han visto perjudicadas por retrasos de hasta 72 horas en al menos cinco vuelos de Air Madrid en los últimos tres días. Dos centenares de pasajeros defraudados por la compañía -que acumula retrasos en los últimos meses y está siendo investigada por Aviación Civil- reclamaron a gritos ayer en el aeropuerto.

Más información

Los pasajeros del vuelo a Santiago esperaban desde el viernes desperdigados por varios hoteles. Llegaron al aeropuerto ayer a las tres de la tarde con la misma ropa del día anterior, pues ya habían facturado sus maletas, y con el estómago vacío, pues la aerolínea no les había ofrecido nada desde el desayuno. Un hombre decía que se sentía secuestrado: no podía retirar sus maletas ni abandonar el aeropuerto, ya que la aerolínea le prometía desde la mañana del viernes que embarcaría "en cosa de horas".

En Barajas, frente a la oficina de Air Madrid, se encontraron con los que pretendían despegar hacia Quito a las 11.00. Comenzaron los gritos de "¡ladrones!" y "¡estafadores!" y los golpes contra el cristal tras el que se guarecían tres empleadas. "No me compensa este trabajo; me dejo el sueldo en valerianas", decía una.

- Vuelo 0941: "Eran mis primeras vacaciones en seis años".

William es uno de los 50 pasajeros que deberían haber salido a Quito el jueves y a las once de la noche de ayer se preparaba para pasar la noche en el aeropuerto con la esperanza de conseguir una plaza hoy. De poco le sirvió llegar a Barajas a las cuatro de la madrugada del sábado. Después de seis años trabajando en Madrid como obrero, éstas iban a ser sus primeras vacaciones en Ecuador. William se siente impotente por haber perdido una parte importante del mes que se ha podido coger libre.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

- Vuelo 0961: "Soy fiscal. No podré llegar al juicio que tengo el lunes". Gonzalo y Claudia, chilenos recién casados que venían desde El Cairo, no van a guardar muy buena imagen de su paso por España. "Es una vergüenza que una compañía así porte el nombre de esta ciudad", dice Gonzalo, que trabaja como fiscal y no sabe qué va a pasar con el juicio que tiene el lunes. "Nunca había pasado. Lo que más me preocupa es el acusado, que está en la cárcel".

- Vuelo 1451: "No llego al funeral de mi madre". Guillermina está destrozada. Vive en Madrid desde hace años y había comprado un billete hacia Santiago de Chile para el 31 de diciembre, pero la muerte de su madre le obligó a adelantarlo. Y a pagar 300 euros de suplemento para poder salir el viernes por la mañana. "No pude ir a su entierro, pero por lo menos querría estar en el funeral. No llego", decía con lágrimas en los ojos. Unos guardias jurados le preguntaron: "¿Por qué compran billetes de Air Madrid? ¿Es que no leen los periódicos?". Ella reconoce que tenían razón.

- Vuelo 1263: "Confío en llegar bien". Adriana, argentina, hacía cola esperanzada en que llegaría a Buenos Aires a su hora. Todavía no sabía que uno de los dos vuelos que salían a Argentina se pospondría hasta el domingo.

- Vuelo 1761: "No sé si me echarán del trabajo". A Paola le dijeron que volaría a Toluca ayer a las seis de la tarde. Luego, que se retrasaba a primera hora de hoy. Más tarde, que al mediodía. Y, por fin, que no podían especificar la hora. Ella ya no se fía de que vaya a viajar. Está indignada porque tiene que trabajar y no va a llegar a su oficina. "No sé si me echarán, en México el trabajo está muy mal y hay que cuidarlo", subraya. Le acompaña su madre, que se pregunta dónde están las autoridades españolas. "En mi país tenemos un órgano de defensor del consumidor, ¿y aquí?".

"Llevo seis días esperando"

Al fin embarcó. Michel llevaba desde el pasado domingo a la espera de montarse en un vuelo hacia Santiago de Chile. Ahí cogería la conexión que le llevaría a la casa de sus padres en Asunción (Paraguay). A media tarde de ayer subió la ansiada escalerilla hacia su familia.

Una portavoz de Air Madrid niega la posibilidad de que un cliente suyo haya esperado tanto tiempo, pero él muestra su billete con fecha del 26 de noviembre y número de vuelo 0706. Sus compañeros de angustia asienten. "Llevo viniendo todos los días al aeropuerto, a ver si tenía suerte, pero nada", dice este joven que vive en Murcia. Sus maletas han estado retenidas durante esta semana, así que ha debido comprarse varias mudas. "Por lo menos me he podido cambiar de calzoncillos", cuenta, no tan malhumorado como cabría imaginar de alguien en esa situación.

La turba que rodea a Michel en la zona de facturación está a punto de explotar. Allí se han reunido los pasajeros con destino a Chile, México y Ecuador. Una niña de 14 años protesta porque tiene 39 grados de fiebre, un hombre mayor comenta que está preocupado porque se ha dejado sus medicinas para el corazón dentro de la maleta, una mujer de Alicante ha desistido y se vuelve a su casa. Ya no asistirá a la boda a la que estaba invitada en Chile. Como ellos, cada pasajero tiene una queja, una historia que contar.

Cuando los chilenos consiguen su billete, el resto ya no aguanta más. Tienen que llegar unos guardias jurados que protegen a los empleados de la aerolínea. Los empleados ofrecen a los que quedan vales para un restaurante. "Nos quieren comprar con la comida. ¡No queremos comer, sino viajar!", gritan furiosos.

Sobre la firma

Archivado En